No hay comparación posible con ninguna otra práctica humana: como la carne de tiburón es poco apreciada y hay que ahorrar espacio abordo, los pescadores simplemente cortan de cuajo la aleta al tiburón y así mutilado, todavía vivo, lo lanzan por la borda al agua donde se desangra hasta morir.
Unos 600€ el kilo. Porque la sopa de aleta de tiburón, de escaso sabor y menos valor nutricional es tremendamente codiciada. La aleta de tiburón es un símbolo de estatus social y se le atribuyen beneficios medicinales, así que no puede faltar en las celebraciones de los chinos ricos, y como este grupo social ha aumentado rápidamente en los últimos años, las capturas de tiburones también lo han hecho hasta alcanzar cifras más que alarmantes: entre 88 y 100 millones de escualos al año.
Como el tiburón se encuentra en un extremo de la cadena alimentaria y tiene pocos predadores, se reproduce y madura muy lentamente, lo que significa que la población se recupera muy despacio cuando hay sobrepesca, y al ritmo de capturas actual, exterminaremos totalmente los tiburones en tan solo diez años.
La pesca tiene lugar en las costas de todos los continentes, especialmente en las de países pobres que carecen de recursos para mantenerlas vigiladas. Los únicos países que cuentan con una legislación protectora, prohibiendo la pesca de tiburón, son EEUU -Hawaii acaba de prohibir la venta de sopa de aleta de tiburón-, Canadá Brasil, Namibia, Sudáfrica y la Unión Europea.
Algunas voces chinas comienzan a oírse. Se crean asociaciones y foros de opinión en defensa del tiburón, y se allegan fondos y personalidades con tirón mediático, como el popular jugador de la NBA Yao Ming. Todos los esfuerzos son bienvenidos para poner fin a esta empobrecedora actividad.
The Planet 100 – Planet Green – www.ison21.es – ECOticias.com