Un poco de historia
El chocolate se prepara a partir de la semilla del cacaotero o árbol del cacao, una planta originaria de América del Sur, más precisamente de la cuenca amazónica, cuyo nombre científico es Theobroma cacao (una mezcla entre la voz olmeca cacaotl y la expresión griega que significa “alimento para los dioses”). Hay tres variedades: el Criollo, el Trinitario y el Forastero.
Las civilizaciones precolombinas conocían las múltiples propiedades de esta planta, lo que explica que la hayan llevado a Mesoamérica a través de las diferentes rutas comerciales, desde el sur originario. La empleaban como ofrendas a sus dioses y bebían xocolatl, polvo de cacao disuelto en agua, también lo combinaban con picante para combatir la fatiga y el cansancio.
Hernán Cortez lo encontró en el actual México y trajo este manjar a Europa, donde ganó gran popularidad entre las familias pudientes que podían pagar su exorbitante coste. Pasado el tiempo se fueron descubriendo otras formas de preparar el grano de cacao, hasta llegar a la actualidad en la que es un superalimento multifacético y de fama mundial.
No todo es perfecto
La cara más oscura del chocolate está en África, ya que los mayores productores y exportadores de este superalimento son Costa de Marfil y Ghana, donde al cacao se lo asocia tradicionalmente con pobreza, esclavitud, pésimas condiciones de trabajo, insalubridad, explotación e inconmensurables daños medioambientales.
En México, desde donde partieron las primeras semillas que cruzaron el Atlántico, multitud de factores (bajo rendimiento, falta de apoyo gubernamental y poca tecnificación) confluyen para hacer que el cacao ya no les resulte rentable, por lo que el país acaba por importarlo. El accionar de las multinacionales que manejan el mercado, tampoco ayuda ni a los africanos ni a los americanos.
¿Por qué es un superalimento?
El chocolate amargo, sin conservantes y ni complementos es de por sí una excelente fuente de vitaminas, especialmente de las del grupo B, pero también contiene importantes cantidades de minerales, como el fósforo y el magnesio, antioxidantes en forma de flavonoides, proteínas y fibras vegetales, sales, oligoelementos y mucho más.
Todos estos componentes se suman para hacer que el chocolate negro se convierta en un superalimento ideal para prevenir problemas cardiovasculares, hipertensión, potenciar y mejorar el rendimiento deportivo, fomentar la buena salud cerebral y ayudar a mantener una buena memoria.
Pero, además, está comprobado que su consumo estimula la producción de serotonina, la denominada ‘hormona de la felicidad’, por lo que se lo considera uno de los más eficaces superalimentos para combatir la depresión.
Por Sandra MG para ‘ECOticias.com’