Los científicos han descubriento que el oro es un ‘metal reactivo’ al crear por ERROR un nuevo material en el laboratorio

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Publicado el: 25 de diciembre de 2025 a las 18:41
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Oro “reactivo” en laboratorio (representación) tras crear por error un nuevo material con hidrógeno a presión extrema.

Ilustración del oro (símbolo del metal) en un experimento de alta presión que acabó formando un compuesto inédito al reaccionar con hidrógeno.

Un experimento con láser de rayos X en el European XFEL forma un hidruro de oro estable solo a más de 40 gigapascales y abre una ventana al hidrógeno denso de planetas y plasmas.

Un equipo internacional ha observado algo que, a temperatura y presión ambiente, parecía casi una herejía química. El oro, el metal que se usa precisamente porque “no reacciona”, puede combinarse con hidrógeno y formar un compuesto sólido bajo condiciones extremas. El resultado es un hidruro de oro que aparece por encima de los 40 gigapascales y a miles de grados, un rango comparable al de las profundidades del manto terrestre.

El hallazgo se produjo en un montaje pensado para otra cosa. En la estación de alta densidad de energía del European XFEL, en Alemania, los investigadores comprimieron microgotas de hidrocarburos en una celda de yunque de diamante y las calentaron con pulsos de rayos X que impactaban en una fina lámina de oro.

El objetivo era seguir el paso de carbono a diamante, pero las señales de difracción revelaron que el oro, lejos de limitarse a actuar como absorbedor, estaba cambiando su propia red cristalina por la entrada de hidrógeno.

Hidruro de oro bajo presión extrema

La evidencia experimental apunta a una fase hexagonal en la que el hidrógeno se aloja en los huecos de la red de átomos de oro y su proporción aumenta con la presión, con una estequiometría del tipo Au₂Hₓ (con x acercándose a 1). En el artículo científico, los autores sitúan la formación del compuesto por encima de 40 gigapascales y alrededor de 2.200 kelvin.

Lo llamativo no es solo que el oro “acepte” hidrógeno, sino que lo haga en un régimen donde la química cotidiana deja de servir como guía. Bajo estas condiciones, la energía disponible y la proximidad de fases permiten caminos de reacción que, en la mesa de laboratorio, son improbables o directamente imposibles. La propia comunicación del laboratorio SLAC subraya el carácter inesperado de un metal considerado casi inerte en un experimento diseñado con el oro como “pieza pasiva”.

Hidrógeno superiónico y conductividad

En la fase observada, el hidrógeno no se comporta como un huésped inmóvil. Los equipos describen un estado “superiónico”, en el que los átomos de hidrógeno se mueven con gran facilidad a través de una red sólida de oro, lo que se asocia a un aumento de conductividad. La imagen que deja el experimento es la de un sólido con una subestructura móvil, algo que suele discutirse en materiales ricos en hidrógeno y que aquí aparece, de forma poco habitual, en un compuesto que contiene oro.

Esa movilidad importa por un motivo metodológico. El hidrógeno dispersa muy poco los rayos X, de modo que “verlo” exige rodeos. La estrategia del experimento consiste en leer su presencia y su dinámica a través de cómo se deforma y evoluciona la red de oro, que sí deja una huella clara en los patrones de dispersión.

De los diamantes de laboratorio a los planetas gigantes

El contexto de partida era la química del carbono a presiones altas, un campo con ramificaciones industriales y geofísicas. Esa vía sigue presente en los datos, porque el equipo confirmó la formación de diamante en las condiciones previstas.

Pero el episodio del oro y el hidrógeno desplaza el foco hacia una pregunta mayor. Qué estados adopta el hidrógeno cuando se comprime hasta densidades extremas y cómo se mueve en medios sólidos o casi sólidos.

Ahí la noticia conecta con el interés por el interior de planetas como Júpiter, donde se espera hidrógeno en formas densas y conductoras, y con la modelización de combustibles en escenarios de alta energía. En el terreno más divulgativo, esa conversación convive con el debate social sobre el papel del hidrógeno en la transición energética, con sus límites materiales y de recursos, como recuerda este análisis sobre hidrógeno verde publicado en 2025 en Ecoticias.

En paralelo, la promesa de la fusión, que depende de entender cómo se comporta el hidrógeno en regímenes extremos, se ha colado también en la agenda pública. Ahí encajan los proyectos que buscan dominar el ciclo del tritio y la ingeniería asociada, como el plan sobre fusión nuclear en Reino Unido o el repaso a la carrera de los llamados “soles artificiales” en China, ambos de 2025.

La infraestructura que hace posible la nueva química

El experimento se apoya en una combinación de herramientas que, por separado, ya eran potentes y juntas cambian la escala. La celda de yunque de diamante permite mantener presiones enormes en volúmenes diminutos.

El láser de electrones libres aporta pulsos ultracortos de rayos X que calientan y, al mismo tiempo, permiten medir la estructura cristalina en el instante. Esa mezcla define una frontera donde la química deja de ser un catálogo de reacciones conocidas y se convierte en exploración.

La pieza europea de esa infraestructura es el propio DESY, que describe el trabajo como un ejemplo de cómo la física de alta densidad de energía puede revelar fases fugaces, estables solo mientras se mantiene la presión.

En términos prácticos, el hidruro aparece con el calor y la compresión y se descompone cuando el sistema se enfría y las condiciones se relajan, un recordatorio de que muchos materiales “nuevos” de esta familia son, por definición, estados de frontera.

Qué se investiga a partir de ahora

El siguiente paso es doble. Por un lado, delimitar el mapa de estabilidad del compuesto, cuánta presión y temperatura exige, cuánto hidrógeno admite y cómo varía su estructura.

Por otro, comprobar hasta qué punto el método sirve para explorar otros metales y otras mezclas con hidrógeno, y si ese catálogo de hidruros de alta presión puede aportar referencias útiles para cálculos planetarios o modelos de fusión.

La noticia, además, dialoga con una línea más amplia sobre cómo la materia cambia cuando se la exprime. Ese eje aparece tanto en piezas sobre materiales extremos como la lonsdaleíta como en debates sobre la huella y la fabricación de nuevos diamantes, por ejemplo con los diamantes sintéticos y su promesa “verde”, y también en relatos que conectan presión y energía con escenarios futuristas como el cohete impulsado por fusión.

El estudio científico ha sido publicado en Angewandte Chemie International Edition.


Adrian Villellas

Adrián Villellas es ingeniero informático y emprendedor en marketing digital y ad tech. Ha liderado proyectos de analítica, publicidad sostenible y nuevas soluciones de audiencia. Colabora además en iniciativas científicas ligadas a la astronomía y la observación espacial. Publica en medios de ciencia, tecnología y medioambiente, donde acerca temas complejos y avances innovadores a un público amplio.

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