El análisis de ADN arroja luz sobre los picenos: el pueblo prerromano de Italia

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Por HoyECO
Publicado el: 31 de diciembre de 2025 a las 18:30
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Estatua prerromana asociada a la cultura picena del Adriático central

Durante siglos, los picenos han sido casi una nota a pie de página en la historia de Italia. Sabíamos que vivieron en la costa adriática, que tenían una cultura propia y que desaparecieron con la expansión de Roma. Pero poco más. Ahora, por primera vez, un estudio de ADN antiguo dibuja un auténtico “retrato genómico” de este pueblo y lo coloca en el mapa del Mediterráneo antiguo.

Y la imagen sorprende. Los picenos no eran un grupo aislado en un rincón de la península, sino parte de una red de contactos que unía Italia, los Balcanes, el norte de Europa y Oriente Próximo.

Los picenos bajo la lupa del ADN

El trabajo, liderado por un equipo de la Universidad Sapienza de Roma y de la Universidad de Tartu, ha analizado ADN de 102 individuos procedentes de cuatro necrópolis del centro de Italia. De ellos, 71 pertenecen a contextos claramente picenos, sobre todo a la gran necrópolis de Novilara y al yacimiento de Sirolo Numana, en la actual región de Las Marcas. El resto procede de un cementerio etrusco en el lado tirreno y de un cementerio tardorromano cercano a Novilara.

Tras las pruebas de autenticidad y calidad, los investigadores trabajaron con 54 genomas antiguos que cubren más de mil años de historia, desde la Edad del Hierro hasta la Antigüedad tardía. Es decir, desde el auge de las élites picenas hasta el final del Imperio romano en la zona.

Fulvio Cruciani, genetista del equipo, resume la idea de fondo. Analizar ADN antiguo permite “seguir las huellas de cómo se movían e interactuaban las poblaciones en el pasado”, algo que los objetos arqueológicos por sí solos solo sugieren de forma parcial.

Un pueblo itálico, pero con acento adriático

A primera vista, los resultados son claros. Genéticamente, los picenos se parecen mucho a otros pueblos itálicos de la Edad del Hierro, como etruscos y latinos. Comparten una base heredada de las culturas del Bronce italiano, con una mezcla de ancestría de antiguos agricultores de Anatolia y poblaciones de las estepas euroasiáticas.

Entonces, ¿dónde está la diferencia? En los matices. Cuando se comparan las poblaciones del lado tirreno con las del lado adriático, aparece un ligero contraste. Las comunidades de la costa adriática, entre ellas los picenos, muestran una proporción algo mayor de componente “de estepa”, similar a la de los pastores Yamnaya, y una mayor afinidad con poblaciones balcánicas y de Europa central.

En la práctica, esto encaja muy bien con lo que ya sugerían la arqueología y la geografía. El mar Adriático funcionaba como un corredor, un “puente acuático”, mientras que los Apeninos actuaban más bien como barrera. Moverse por barco de una orilla a otra podía ser más sencillo que cruzar las montañas por tierra.

Rasgos físicos y una sociedad muy mezclada

El estudio también se ha atrevido con algo que siempre despierta curiosidad. Cómo eran físicamente los picenos. A partir de variantes genéticas relacionadas con pigmentación, los autores estiman que este pueblo tenía, en comparación con sus vecinos, más ojos claros y más pelo rubio o rubio oscuro.

Si se excluyen los individuos atípicos, en torno a un 26,8 por ciento de los picenos analizados tendrían ojos azules y un 22 por ciento, cabello rubio. En los etruscos esas cifras bajan de forma notable, con apenas un 2,6 por ciento de ojos azules y algo más del 5 por ciento de pelo claro. Los romanos de la misma época quedan en un punto intermedio.

No es que el Adriático central estuviera lleno de “vikingos”, ni mucho menos. Pero sí parece que allí se concentraba una mezcla genética un poco distinta, fruto de contactos continuos con el norte y el este de Europa.

Además, los picenos no formaban una población homogénea. En Novilara aparecen individuos que se desvían del perfil medio. Uno muestra mayor afinidad con poblaciones del Mediterráneo oriental, otro se parece más a grupos de Europa central y septentrional. Lo interesante es que, en sus tumbas, el ajuar es plenamente piceno. Es decir, personas de orígenes distintos, integradas en la misma comunidad.

Los autores señalan que este patrón se repite en otros pueblos itálicos de la época. Todo apunta a sociedades “cosmopolitas en miniatura”, con mucha movilidad de individuos, aunque la base genética local se mantuviera estable durante siglos.

El impacto de Roma deja huella en los genes

El último capítulo del trabajo mira a la Antigüedad tardía. Para ello se analizan restos de una necrópolis cerca de Pesaro, a menos de siete kilómetros de Novilara, fechada entre los siglos quinto y séptimo de nuestra era.

Aquí el paisaje genético cambia de forma brusca. Los individuos ya no se parecen tanto a los picenos de la Edad del Hierro, sino que se desplazan hacia perfiles típicos de Oriente Próximo y el Cáucaso, con una fuerte componente “oriental”. En algunos casos se detectan, además, señales de mezcla con poblaciones del norte de África.

Este patrón coincide con lo observado en Roma y en otras zonas de Italia durante el Imperio. El centro político y económico del Mediterráneo atrajo durante siglos a personas de provincias orientales más ricas y densamente pobladas. Y ese movimiento no se quedó solo en la capital, también alcanzó regiones como el Adriático central.

Qué nos dice esto sobre el Mediterráneo de ayer y de hoy

En conjunto, el “retrato genómico” de los picenos refuerza una idea incómoda para las visiones rígidas de la identidad. Incluso en la Edad del Hierro, Italia y los Balcanes compartían historias, genes y rutas. El Adriático era una autopista marítima y las sociedades locales ya vivían en un contexto de movilidad y mezcla constante.

Para quienes hoy miran el mapa del Mediterráneo pensando en fronteras fijas, este tipo de trabajos recuerda algo sencillo. Las poblaciones cambian, se mezclan, se adaptan. Y lo llevan haciendo miles de años.

El estudio ha sido publicado en la revista “Genome Biology”.


HoyECO

Equipo editorial de ECOticias.com (El Periódico Verde), integrado por periodistas especializados en información ambiental: naturaleza y biodiversidad, energías renovables, emisiones de CO₂, cambio climático, sostenibilidad, gestión de residuos y reciclaje, alimentación ecológica y hábitos de vida saludable.

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