Adiós a la basura y los aparatos electrónicos: el Gobierno ha confirmado el Nuevo Plan de Residuos 2025-2035

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Publicado el: 18 de diciembre de 2025
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Televisores antiguos abandonados en la calle como ejemplo de residuos electrónicos

El Gobierno ha dado luz verde al Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos 2025-2035, conocido como PEMAR, la nueva “hoja de ruta” sobre qué hacemos en España con todo lo que tiramos, desde la bolsa de basura de casa hasta el móvil olvidado en un cajón. El objetivo oficial es claro: menos residuos, más reutilización y reciclaje y un mejor resultado ambiental, cumpliendo las normas europeas que ya vienen apretando desde hace años.

El plan, aprobado por el Consejo de Ministros a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, fija metas más exigentes para algunos residuos clave, sobre todo los aparatos eléctricos y electrónicos y los escombros de obras. También refuerza la recogida separada en origen y abre la puerta a un sistema de depósito para las botellas de plástico de un solo uso. ¿Qué significa todo esto para el día a día de la gente corriente?

Qué es el PEMAR y qué cambia en tu basura diaria

El PEMAR es, básicamente, el plan que marca cómo deben organizarse la gestión y el tratamiento de residuos en España durante la próxima década. Sirve de guía para comunidades autónomas y ayuntamientos, que son quienes luego gestionan contenedores, puntos limpios o vertederos, y busca alinearse con las reglas europeas sobre economía circular. Además, incluye indicadores para comprobar si se van cumpliendo los objetivos que se fija el propio plan.

El documento tiene 26 capítulos, de los que 16 se dedican a tipos de residuos muy concretos. Ahí entran los residuos municipales, los envases, los aparatos eléctricos y electrónicos, los vehículos y neumáticos al final de su vida útil, los residuos de construcción y demolición, los lodos de depuradora, los residuos agrarios, industriales, sanitarios o incluso los buques que se dan de baja. La idea es no dejar fuera prácticamente ningún flujo de residuos que pueda generar problemas ambientales.

El plan insiste en la llamada jerarquía de residuos: primero evitar que se generen, después reutilizar, luego reciclar y solo al final enviar al vertedero. Por eso recalca la recogida separada en origen, es decir, que cada cosa vaya a su contenedor o punto específico, desde el orgánico al textil o el electrónico. Lo que pase con esa bolsa de basura que bajas cada noche depende, en gran medida, de cómo se aplique esta jerarquía.

Residuos electrónicos, obras y botellas: los objetivos más duros

Uno de los puntos donde el Gobierno aprieta más es en los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, los llamados RAEE. Son todos esos móviles, tablets, tostadoras o televisores que se quedan obsoletos y muchas veces acaban mal reciclados. El PEMAR fija metas más ambiciosas para que una parte mayor se prepare para la reutilización, es decir, se repare, se reacondicione y vuelva a usarse antes de convertirse en chatarra.

También se endurecen los objetivos para los residuos de construcción y demolición, los RCD, que generan toneladas de escombros cada vez que se derriba un edificio o se reforma un piso. El plan quiere que más de esos materiales se valorizen, por ejemplo separando metales, plásticos o áridos para darles una segunda vida. No solo por limpieza urbana, también porque el sector de la construcción consume mucha energía y materias primas, y ahí cada mejora suma.

En el terreno de los envases, el PEMAR recoge los objetivos del real decreto de envases y se engancha a una cifra incómoda: en 2023 solo se recogió de forma separada algo más de cuatro de cada diez botellas de plástico de un solo uso, lejos del setenta por ciento que marca la ley. Eso obliga a implantar en un máximo de dos años un sistema de depósito, devolución y retorno, el típico de “dejas una fianza y la recuperas al devolver la botella”, y el plan incluye como objetivo ponerlo en marcha. Si empiezas a ver máquinas de devolución en el súper, no será casualidad.

Un plan que afecta a ayuntamientos, empresas y ciudadanos

El nuevo PEMAR no se queda en los residuos domésticos, sino que dedica capítulos específicos a temas como los traslados a vertedero, los suelos contaminados o los residuos sanitarios. Comunidades y ayuntamientos deberán adaptar sus propios planes a estas orientaciones, con más recogida separada, más control sobre los vertederos y mayor seguimiento de lo que realmente se recicla. En la práctica, esto puede traducirse en más tipos de contenedores en la calle y más obligaciones para empresas que generan residuos.

El documento incorpora además un capítulo nuevo sobre plásticos de un solo uso que no son envases, como algunos productos sanitarios o agrícolas, y refuerza el sistema electrónico estatal de información de residuos, conocido como eSIR. Con más datos y más detalle, la Administración podrá ver quién cumple y quién no, desde una gran industria hasta un hospital. A cambio, las empresas tendrán que reportar mejor qué residuos generan y cómo los gestionan.

El plan no ha salido de un día para otro: empezó a tramitarse en 2023, con consultas previas, información pública y una evaluación ambiental estratégica cuya resolución se publicó a comienzos de 2025. Después pasó por el Consejo Asesor de Medio Ambiente antes de llegar a la mesa del Consejo de Ministros el pasado 16 de diciembre. Ahora, el reto es que ese papel se convierta en cambios reales en cómo producimos, consumimos y tiramos cosas. Y eso no depende solo del Gobierno.

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