Las anacondas ya alcanzaban los 5 metros hace 12 millones de años, y nunca cambiaron

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Publicado el: 17 de diciembre de 2025
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Analizan 183 fósiles y descubren que las anacondas llevan 12 millones de años desafiando su destino biológico: "Es un resultado sorprendente"

Una nueva investigación liderada por la Universidad de Cambridge ha analizado el registro fósil de las anacondas en América del Sur para determinar cuándo y cómo alcanzaron sus dimensiones actuales. Los hallazgos, publicados en el Journal of Vertebrate Paleontology, desafían la visión tradicional sobre el gigantismo en los reptiles prehistóricos.

El equipo científico examinó 183 vértebras fosilizadas correspondientes a unos 32 individuos hallados en el Estado Falcón, en Venezuela. Los datos indican que estas serpientes alcanzaron su tamaño máximo hace 12,4 millones de años y, contra todo pronóstico, han mantenido esas proporciones inalteradas hasta la actualidad.

Lo habitual en la evolución de la megafauna es observar cambios drásticos ligados al clima. Sin embargo, el estudio confirma que las anacondas antiguas ya medían entre cuatro y cinco metros de largo, una longitud idéntica a la de sus descendientes modernas. Este dato desmonta la hipótesis de que las temperaturas más cálidas del período Mioceno hubieran propiciado serpientes aún más grandes.

Andrés Alfonso-Rojas, autor principal y doctorando en Cambridge, señaló que «este es un resultado sorprendente porque esperábamos encontrar que las antiguas anacondas tenían siete u ocho metros de largo». Sin embargo, la evidencia física descarta la existencia de un reptil mayor en aquella etapa de calentamiento global.

Resiliencia biológica frente a la extinción

La época del Mioceno Medio a Superior (hace entre 12,4 y 5,3 millones de años) se caracterizó por albergar criaturas de dimensiones colosales gracias a los extensos humedales y la abundancia de recursos. Mientras las anacondas se estabilizaron en su tamaño, otros vecinos de su ecosistema no corrieron la misma suerte. El estudio destaca el caso del Purussaurus, un caimán que alcanzaba los 12 metros, o la Stupendemys, una tortuga de agua dulce de más de tres metros. Ambos linajes desaparecieron.

Los investigadores explican que la supervivencia de la anaconda se debe a una capacidad de adaptación excepcional. Alfonso-Rojas detalló que «otras especies como cocodrilos y tortugas gigantes se han extinguido desde el Mioceno, probablemente debido al enfriamiento de las temperaturas globales y la reducción de hábitats». En cambio, las anacondas demostraron ser «súper resistentes». Su estilo de vida acuático y una dieta generalista les permitieron sortear los cambios climáticos que condenaron a otros depredadores más especializados.

La confirmación del árbol genealógico

Para blindar sus conclusiones, los científicos no solo se basaron en la medición física de los huesos. Aplicaron también un método conocido como «reconstrucción del estado ancestral», que utiliza árboles genealógicos de las serpientes para estimar longitudes corporales en el pasado. Al cruzar los datos con especies emparentadas actuales, como las boas arbóreas, el modelo matemático confirmó que las anacondas ya habían alcanzado la cota de los cuatro o cinco metros apenas aparecieron en la América del Sur tropical.

El entorno del norte de Sudamérica durante el Mioceno funcionaba de manera similar a la actual Amazonia, aunque con una distribución de humedales mucho más amplia. A pesar de que estos ecosistemas se han reducido con los milenios, la persistencia de pantanos y presas adecuadas, como los capibaras, ha permitido que la especie mantenga su estatus de gigante sin necesidad de evolucionar hacia tamaños mayores o menores.

La investigación, que contó con la colaboración de la Universidad de Zúrich y el Museo Paleontológico de Urumaco, aclara un capítulo desconocido de la evolución de los reptiles al demostrar que, a veces, la estrategia evolutiva más exitosa es simplemente no cambiar.