El universo guarda muchos enigmas que poco a poco va desentrañando el hombre. Esto es especialmente cierto cuando se trata de los cuerpos celestes que pululan en el espacio. De hecho, hay ciertos objetos que no son ni asteroides ni agujeros negros que preocupan a la NASA, se trata de los cometas oscuros.
Los agujeros negros, los cometas y asteroides en el Sistema Solar
El agujero negro es una zona en el espacio que posee una gravedad tan grande que ni siquiera la luz puede escapar de su atracción, sin embargo, no se ha hallado evidencia de alguno en nuestro Sistema Solar. Otra cuestión son los asteroides y cometas que sí abundan en nuestra galaxia y los hay muy cerca de la Tierra.
Estos son conocidos como Near Earth Objects (NEOs) y son objetos celestes que se acercan a nuestra órbita de forma regular. Por lo general, se componen de hielo y rocas. Ellos son de interés científico por los posibles riesgos que representan. Pero hay unos que destacan por su singularidad, estos son los cometas oscuros.
Los cometas oscuros: un enigma del universo que se ha desvelado
Estos cuerpos son parecidos a los cometas convencionales pero con una gran diferencia que es el no poseer una cola como aquellos, la cual consiste en una nube de polvo cósmico junto con gas que recubre todo su núcleo. En su aspecto exterior se asemejan a un asteroide al ser un objeto helado del tipo rocoso.
No obstante, los cometas oscuros muestran comportamientos clásicos de sus primos más brillantes como el hecho de que, ocasionalmente, expulsan gas proveniente de su superficie lo que da origen a aceleraciones gravitacionales que son poco usuales (o como lo sería un agujero negro en el Sistema Solar).
En base en estos estudios se han logrado identificar a dos tipos. Los internos que hacen vida dentro del Sistema Solar, son relativamente pequeños puesto que su tamaño no es más grande que algunas decenas de metros y se les encuentra, sobre todo, cerca de los planetas Mercurio, Venus, Tierra y Marte.
Su órbita es casi perfectamente circular y es muy estable. Los del tipo exterior son de un tamaño mayor ya que tienen algunos cientos de metros de diámetro y se parecen a los cometas de la familia de Júpiter. Se encuentran en las partes externas al Sistema Solar y sus órbitas son muy elípticas, alargadas e inestables.
Este tipo presenta un comportamiento muy curioso, ya que puede alcanzar órbitas en Júpiter pero más tarde puede estar muy cerca del Sol, incluso que el planeta Mercurio. Por la alta inestabilidad de su movimiento de traslación, son propensos a estrellarse en los dos primeros planetas del Sistema Solar.
El nueve de diciembre próximo pasado, y de acuerdo a una publicación de la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences, la NASA anunció que había descubierto siete nuevos de estos cometas oscuros que vienen a sumarse a los que han identificado desde hace años para un total de 14.
¿Son peligrosos para la Tierra y cómo se relacionan con el origen de la vida?
Como ocurre con otros cuerpos celestes que están cerca de la Tierra, los cometas oscuros podrían representar un riesgo para la Tierra si su órbita se cruzara con la nuestra. Por otra parte, pueden representar un objeto clave en la investigación del origen de la vida en la Tierra al traer agua. Aunque solo es una teoría por confirmar.
Como conclusión, la NASA está preocupada por un cuerpo celeste descubierto hace pocos años como lo son los cometas oscuros, que vienen a ser una antítesis de los convencionales (entre los que se encuentra la Estrella de Belén, que fue descubierta más de 2.000 años después de su aparición).








