En el epicentro de la península árabe, donde la arena no tiene descanso y el sol cae a plomo, empieza a verse un gran plan. Aquello que era un desierto inhóspito e incluso casi intransitable se convertirá en una de la más grandes obras de infraestructura de todo el mundo, una obra de ensueño. Este país se quiere convertir en un gran corredor de comercio y tecnología entre los principales extremos de su territorio. El desierto que antes era solo arena, se transformará en una línea de acero, velocidad y oportunidades.
Un desierto que busca cambiar las cosas
Durante muchísimo tiempo el desierto fue observado como una frontera natural que separaba las regiones en vez de unirlas. Pero en el último tiempo, los países del Golfo comenzaron a cambiar esa visión. Quieren convertir el enorme espacio en una vía de conexión, uniendo costas, puertos y crear un entramado logístico nunca antes visto.
El impulso responde al deseo de modernización y también a una necesidad económica. Es necesario diversificar las fuentes de ingresos ante el futuro incierto del petróleo. Siguiendo esta lógica, las arenas del desierto dejaron de ser un obstáculo para convertirse en el terreno perfecto para levantar nuevas rutas, infraestructuras y empezar a construir un nuevo modelo de país.
Arabia Saudí, en su carrera para reconfigurar su economía frente a un futuro incierto parece estar decidida a demostrar que los megaproyectos no son un lujo. Son parte de una nueva estrategia para lo que está por venir.
El «Landbridge» unirá dos mares
Es así como surge este megaproyecto. El Landbridge o puente terrestre es un ferrocarril valorado en 7000 millones de dólares. Conectará el Mar Rojo con el Golfo Pérsico. Se trata del primer corredor ferroviario que unirá ambos mares dentro del país con una red de 1400 kilómetros. Este proyecto transformará por completo la movilidad y el comercio de la región.
El trazado pretende ir desde Yeda hasta Dammam, pasando por Riad y reducirá el viaje entre la capital y la costa oeste de 12 a menos de 4 horas. Pero no se trata solo de la velocidad. El objetivo principal es convertir a Arabia Saudí en un centro logístico que conecte los principales puertos industriales, aeropuertos y zonas económicas.
Según las estimaciones, el Landbridge podría generar 200 000 empleos y ahorrar más de 4200 millones de dólares anuales en costos de transporte. Además, contará con siete nuevos centros logísticos diseñados para facilitar el movimiento de mercancías entre los principales puertos de la región. Así como un ramal de 950 km entre Riad y Yeda y varios enlaces adicionales que ampliarán la red ferroviaria nacional.
Tecnología y ambición sin límites
Este proyecto no solo se destaca por su escala sino también por la complejidad de su ejecución. El plan forma parte de la Visión 2030, un programa con el que Arabia Saudí busca diversificar su economía y liderar la innovación en transporte e infraestructura sostenible. Este tren no solo será un símbolo de la ingeniería sino que representará un puente económico entre Asia, África y Europa. Una vía terrestre capaz de complementar las rutas marinas.
Este megaproyecto es mucho más que una obra de transporte. Es la necesidad de un país que quiere moverse a otra velocidad. Arabia Saudí busca unir mares, economías y culturas en un mismo eje. Para esto está apostando por un desarrollo sostenible y la cooperación internacional. Con la ayuda de empresas de origen extranjero este tren no solo cruzará el desierto. Unirá el Mar Rojo con el Golfo Pérsico demostrando que estamos en tiempos de cambio, donde la arena puede convertirse en acero y lograr conexiones. El ferrocarril del futuro estará en Arabia Saudí.
