Llevar una relación comercial con China ha sido realmente complicado para Europa con el trascurrir de los años, sobre todo con el control que ha establecido el gigante asiático en lo que concierne a equipos y elementos que son indispensables para el proceso de transición energética. El viejo continente desea hacer lo correcto, pero el dilema es que va a arriesgar todo el plan ¿estará dispuesta a hacerlo?
Europa y China en la fabricación de los paneles solares para la transición energética
Cuando empezó el boom de las energías renovables, sobre todo la de origen solar, Europa como continente era el mayor fabricante del sector pero ahora es China quien tiene este dominio al tener bajo su control sobre el 80 % de los paneles solares vendidos en todo el mundo. Y que este país asiático ha logrado esta posición debido a su filosofía de establecerse metas y trabajar en ellas a largo plazo.
En el caso de los módulos solares, ha logrado que su fabricación sea muy barata siguiendo una estrategia de investigación de tecnología con integración vertical, dominio en lo referente al suministro y subsidios directos del estado, con los que los fabricantes de la Unión Europea no han podido competir. Sin embargo, el gigante asiático se ha visto envuelto en una polémica con su industria por sus valores éticos.
Un problema que tiene la industria del gigante asiático con su mano de obra
La región china de Xinjiang produce alrededor del 20 % de polisilicio para las fábricas de paneles solares pero es una industria que ha sido señalada por varios países de Europa por irrespetar los derechos humanos y laborales supuestamente por utilizar el trabajo forzoso. Y no solo esta región y sus centros de manufactura han sido denunciados, sino que se dice que casi todas sus fábricas emplean mano de obra forzada llegando a tener niños en su nómina.
Siendo esta una de las causas del abaratamiento de su producto (es por ello que ha podido construir la obra de la Gran Muralla Solar), lo que también es concebido como una competencia desleal. Frente a esta situación, varios países de Europa han tomado la decisión de no emplear paneles solares que sean producto del trabajo forzoso, de tal manera de obligar a pensar a quienes construyen con este tipo de energía.
A priorizar la preferencia de proveedores que posean principios éticos aunque tengan precios más altos. Siguiendo esta tendencia Europa implantó la Ley de Industria Net Zero con la que se obliga a que, al elegir a un proveedor, se tome en cuenta además del precio otros parámetros como la forma de obtención de la materia prima y fabricación, en el sentido de que no violente los derechos laborales de sus trabajadores.
Pero hay un problema con esta prohibición de la Unión Europea con referencia a sus metas
Si bien Europa no desea adquirir paneles solares que sean fabricados con trabajo forzado, es una decisión que complicará el cumplimiento de sus metas con las renovables ya no será factible por unos años la reactivación de sus fábricas. Por lo que es un problema que China deberá resolver si quiere mantener su hegemonía ahora que países como India y Corea del Sur que desean entrar en este negocio, no usan materiales chinos.
En resumen, Europa tiene un dilema con China en su camino a la transición energética hacia energías más sostenibles, aunque el gigante asiático ha hecho muchos esfuerzos en este sentido (como los paneles solares que colocó en el Tíbet y que tan buen resultado han dado). Esto es porque se han denunciado violaciones de los derechos humanos de los trabajadores, pero pone en riesgo las metas de las renovables del 2030.