Durante mucho tiempo el mapa industrial global era claro. Las potencias occidentales trasladaban su producción hacia el este en busca de menores costos y una fuerza laboral más amplia. Pero parece que este tablero está cambiando. Las empresas asiáticas, especialmente del sector automotriz, comenzaron a mirar a Europa como un nuevo territorio para expandir su capacidad de fabricación. El movimiento responde a razones estratégicas pero también a la necesidad de acercarse a los consumidores de este continente.
Un nuevo foco industrial aparece en el sur del continente
En el sur de Europa están cambiando las cosas. Esta región se está transformando en una de las más activas en la competencia por atraer grandes proyectos industriales vinculados a la movilidad eléctrica. Algunos países como España, Hungría o Turquía pusieron sobre la mesa diversos incentivos económicos, infraestructuras modernas y una red energética más limpia para así atraer a los inversores.
Las razones son diversas y no implican únicamente el factor económico. La electrificación del transporte se convirtió en un eje clave en los últimos años y conforma un gran aporte a la transición energética. Es así como los gobiernos buscan consolidarse como destinos estratégicos para la producción de este tipo de vehículos. Por estas razones, ofrecen estabilidad y capacidad logística para tener la posibilidad de acoger nuevas plantas de ensamblaje. ¿Por qué? Esto implicaría empleo y tecnología para la región. Además, podría ayudar a posicionarse dentro del mapa industrial del futuro.
¿Hay favoritismo por España?
España se convirtió en el principal candidato para se sede de una nueva planta de producción de una importante compañía asiática de vehículos eléctricos. Hablamos de la empresa BYD y sería su tercer planta en suelo europeo. El país destaca por su red eléctrica moderna, la abundancia de redes renovables y costos de fabricación competitivos. A todo esto, le podemos sumar una sólida tradición en el sector automotor y una infraestructura industrial importante.
Esta decisión podría tomarse antes de que finalice el año una vez que el proyecto sea aprobado por las autoridades chinas. Esto reforzaría la estrategia de producción local y ayudaría a cumplir el objetivo del Gobierno español de posicionarse como centro de referencia en la fabricación de este tipo de automóviles. De concretarse, España compartiría la fabricación en Europa con Hungría y Turquía, que están finalizando los preparativos para comenzar la producción en los próximos años.
Un paso más en la estrategia mundial
Este fabricante asiático ya demostró que tiene un fuerte interés por Europa. Entre enero y agosto de este año, sus matriculaciones crecieron un 280% interanual. Además, la empresa reorganizó su presencia en el continente con más concesionarios, personal directivo y una oferta variada de modelos eléctricos e híbridos. Esta apuesta por la producción local busca evitar las barreras que muchas veces imponen los aranceles y así responder con mayor agilidad a la demanda del mercado europeo.
En España, ya hay más de 20 000 matriculaciones en apenas dos años desde su llegada. Esto refuerza la idea de que el país es un mercado estratégico para Europa. La posible panta será un paso más para la expansión de la marca. Parece ser que ahora, son las compañías asiáticas las que buscan fabricar en Occidente para consolidar su presencia.
La expansión de fabricantes asiáticos en Europa refleja la transformación industrial que estamos viviendo. Esto representa un gran cambio para la economía mundial y para la industria automotriz. Antes la producción occidental se trasladaba a Asia pero ahora esto parece haber dado la vuelta. Si la decisión final confirma la instalación de una nuevas planta en España, el país comenzará a ser uno de los centros claves de producción de vehículos eléctricos. Esto dejará en claro una cosa: la inversión industrial ahora se encuentra en el corazón de Europa.