Tras siete años de trabajo, un equipo internacional liderado por la Universidad de Copenhague ha logrado perforar por completo la capa de hielo en el campamento EGRIP (noreste de Groenlandia) y alcanzar el material que hay debajo (una capa de barro húmedo en el entorno subglacial). Es la primera vez que se obtiene un núcleo profundo atravesando una corriente de hielo y llegando hasta el sustrato.
El hallazgo clave no está solo en la profundidad, sino en la mecánica. Las mediciones indican que toda la masa de hielo(2.670 metros de espesor) fluye como un bloque a unos 58 metros por año, deslizándose sobre una base lubricada por lodo saturado en agua (un comportamiento que obliga a revisar supuestos sobre cómo se deforma el hielo en este tipo de “autopistas” glaciares).
La perforación también abre una ventana climática de largo alcance. Cerca de la base, el hielo recuperado supera los 120.000 años y se remonta al último periodo interglaciar cálido, cuando las temperaturas sobre Groenlandia eran aproximadamente 5 grados superiores a las actuales. Ese tramo del registro ayudará a reconstruir cómo respondió el sistema glaciar en un escenario más cálido que el de hoy.
El motivo de fondo es predictivo. El Instituto Alfred Wegener explica que entender el comportamiento de estas corrientes es determinante para proyectar el aumento del nivel del mar, porque canalizan una parte sustancial de la descarga de hielo hacia el océano y su dinámica todavía tiene incertidumbres relevantes.
Ese contexto encaja con la señal observada por satélite. La NASA estima que Groenlandia está perdiendo del orden de 267.000 millones de toneladas de hielo al año y recuerda que los satélites GRACE muestran pérdida de masa sostenida desde 2002 (una tendencia que hace que cualquier mejora en la modelización de corrientes de hielo sea especialmente valiosa).
Ahora comienza la fase que puede convertir la proeza técnica en resultados científicos de amplio alcance. El núcleo será analizado en decenas de laboratorios y permitirá estudiar desde burbujas de atmósfera antigua hasta impurezas que actúan como marcadores de episodios naturales e industriales (como señales químicas de erupciones volcánicas), además de procesos basales como el deshielo en la base observado por el equipo













