Por segunda vez consecutiva, España se queda viendo impotente mientras una gran oportunidad económica que generaría importantes fuentes de trabajo se escapa hacia otros territorios. Las relaciones comerciales entre China y Europa siguen siendo volátiles, sobre todo en el mercado de los coches eléctricos, una problemática que está repercutiendo fuertemente en la economía de España y la UE.
BYD pasa de España: 1.000 millones de dólares que se nos escapan de las manos
La Unión Europea está imponiendo fuertes aranceles a las marcas de coches eléctricos chinos tras las denuncias de varias marcas locales que afirman que el estado asiático está llevando a cabo prácticas desleales para competir con precios más bajos para hundir las ventas de las compañías europeas y monopolizar nuestro mercado.
Estos aranceles, lejos de impulsar las ventas locales, han llevado a que BYD, una importante marca china, se decidiera el año pasado por Hungría en lugar de España para instalar su primera planta europea de coches eléctricos. Mientras tanto, la Comisión Europea ha tenido que optar por mantener los motores de combustión mediante incentivos para e-fuels.
BYD había entrado en diálogo reciente para establecer una segunda planta de producción en España. Sin embargo, las recientes políticas de aranceles para los coches eléctricos chinos han llevado al fabricante a decantarse por llevar su industria a Turquía. Allí se asentarán con una inversión de 1.000 millones de dólares para producir 150.000 coches al año.
China prefiere a Turquía: ¿Tendríamos que revisar nuestras políticas de importación?
Al momento de dirimir la denuncia por competencia desleal por parte de los fabricantes chinos, España y Francia se pusieron del lado de los fabricantes europeos, reclamando sanciones severas para evitar el cierre de fábricas locales. La decisión buscaba proteger los empleos y las ventas de nuestras marcas, que han estado cerrando plantas y retrocediendo en sus planes para producir coches eléctricos.
No obstante, podría decirse que el tiro salió por la culata. BYD, un importante fabricante de eléctricos de origen chino líder en ventas, ha encontrado una forma de evitar los aranceles de la UE instalando su fábrica en Turquía. El gobierno turco recibirá una inversión billonaria y una fábrica que generaría unos 5000 empleos eximiendo al fabricante bajo condición de invertir en la planta turca.
Lo peor en este caso es que Turquía tiene el estatus de socio privilegiado con nuestro territorio, por lo que podrá exportar coches eléctricos de BYD sin pagar nuestros costosos aranceles, resultando en un beneficio neto tanto para ellos como para China. De este modo, los eléctricos asiáticos seguirían compitiendo con precios bajos mientras nosotros hemos perdido una gran oportunidad.
Mientras competimos con China, nuestros coches dependen de sus baterías
La competencia con los coches eléctricos chinos es una lucha que se presenta increíblemente compleja. Por un lado, sus marcas inundan el mercado con tecnología de baterías y conducción autónoma de última generación a precios muy accesibles. En el otro extremo, el gigante asiático concentra el monopolio de la fabricación de baterías y los semiconductores necesarios para esta industria.
Los fabricantes de la UE enfrentan una escasez de componentes fundamentales, lo que lleva a retrasos en la entrega y una oferta limitada, al tiempo que varios países de la región han retirado los incentivos fiscales para la compra de eléctricos. Por tanto, dependemos de empresas como BYD para mantener los puestos laborales y la oferta de eléctricos que nos ayuden a cumplir con las metas de descarbonización.
¿España tiene un plan para salir de esta coyuntura?
Si bien el panorama se muestra poco optimista para el mercado de los coches eléctricos en España y la UE, no significa que no existan opciones. Los motores basados en e-fuels podrían tender un puente mientras se busca una salida en alternativas como el motor español más pequeño y potente que funciona con cualquier combustible.