La movilidad eléctrica está avanzando rápidamente y promete cambiar para siempre la manera en que nos movemos. Menos emisiones, menos ruido y más tecnología. Pero entre tantas ventajas, también empiezan a aparecer algunas señales de alerta. Los coches eléctricos llegaron con la promesa de ser más seguros y sostenibles. Pero, detrás de estos sistemas automáticos, hay una dependencia tecnológica que puede jugar en contra cuando ocurre un accidente. No hablamos de frenar el progreso, sino de entender que la innovación también necesita de revisar los límites.
La modernización que esconde sus secretos
Durante estos últimos años, los fabricantes hicieron una apuesta por reemplazar los mecanismos clásicos con versiones digitales. Las puertas ahora se abren con sensores, los frenos requieren de un software y las manijas ya no existen dentro del coche. Todo es más limpio y estético y, supuestamente, más seguro.
Pero no siempre es así. Cuando la energía se corta tras un impacto o una falla eléctrica, muchas veces estas funciones dejan de responder. En lugar de facilitar las cosas, pueden convertirse en obstáculos cuando el conductor o los rescatistas necesitan actuar rápido. Esa contradicción, es la que está siendo debatida actualmente. Las marcas buscan ofrecer modelos más futuristas pero también deben tener en cuenta que los simple muchas veces puede salvar vidas.
El caso que conmovió a China
El 13 de octubre, un Xiaomi SU7 Ultra se estrelló en Chengdu, la ciudad más grande del oeste de China. El automóvil se incendió y su conductor, de 31 años, quedó atrapado dentro. Testigos intentaron romper las ventanillas y abrir las puertas, pero no pudieron hacerlo. Los bomberos que se presentaron en el lugar, tuvieron que cortar el chasis con sierras eléctricas.
Las autoridades señalaron que el conductor estaba alcoholizado. Sin embargo, el debate se centró en otra cosa: las manillas electrónicas del vehículo. Estos mecanismos dependen por completo de la energía eléctrica y pueden dejar de funcionar cuando se interrumpe la corriente. Esto impide que el coche pueda abrirse desde afuera. Es así que este accidente golpeó de lleno a la compañía fabricante. Sus acciones cayeron un 9% en Hong Kong y el gobierno chino comenzó a evaluar nuevas normas que obliguen a los fabricantes a garantizar sistemas de apertura natural.
Un problema que trasciende fronteras
Lo que pasó en China no es un caso aislado. En Estados Unidos, un Tesla se incendió en North Miami Beach después de un choque y su conductor murió encerrado dentro. Varios ocupantes resultaron heridos y los equipos de emergencia tuvieron diversas dificultades para acceder al vehículo. La marca ya había estado bajo la lupa por marcas similares. La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico investiga distintos modelos por bloqueos en las manijas o sistemas que impiden abrir las puertas en caso de accidente.
Estas situaciones encendieron las alarmas en todo el sector. Algunas marcas comenzaron a rediseñar sus modelos para incluir un sistema manual más visible y confiable. Cada nueva historia deja una lección clara. Los coches eléctricos pueden ser muy modernos y estéticos, pero todavía tienen mucho que mejorar en cuanto a la seguridad de sus pasajeros. Las empresas deberán preguntarse si realmente importa más la estética o la seguridad.
La industria automotriz ya cambió drásticamente. Pero esto implicó nuevos riesgos. Los automóviles eléctricos representan un gran avance, pero aún tienen puntos ciegos en cuanto a normas de seguridad. Depender completamente de la electricidad puede ser un arma peligrosa. Aunque se apuesta por una estética vistosa y a la sostenibilidad, es importante tener vías de escapes en caso de accidentes. Estos incidentes, funcionan como una advertencia de lo que puede ocurrir. Los fabricantes no pueden ignorarlo.
