Actualmente, la gran mayoría de los países, especialmente los de Europa, están en la búsqueda de fuentes energéticas que sean sostenibles y libres de emisiones de gases de efecto invernadero, no obstante los combustibles ecológicos resultan ser muy costosos por lo que es necesario flexibilizar los requerimientos para su elaboración. De esta forma, España y Europa han tomado la decisión de autorizar y normalizar el uso de partículas de agua contaminantes.
En busca del hidrógeno, en todo su arco iris
El hidrógeno es uno de los elementos más abundantes del universo, sin embargo, tiene el problema de que normalmente no se presenta en estado puro, sino combinado con otros elementos, por lo que es necesario hacerlo pasar por un mecanismo que lo aisle para poder almacenarlo y utilizarlo. El uso de este combustible, por lo general, no es contaminante pero su producción no siempre es así.
Por esta razón es que se diferencia por colores, el de color gris es el más contaminante y procede de los hidrocarburos y es el más utilizado en la actualidad. Otro tipo es el azul, cuyo método se diferencia por la captura del CO2 producido mientras que el verde o ecológico no produce emisiones, pero es muy caro. Se está dando en estos momentos una producción que es parcialmente ecológica en España.
Usar partículas de agua contaminantes: una decisión que fue difícil para España y Europa
La Comisión Europea, junto con España, ha decidido permitir el uso de partículas de agua contaminantes pero definidas bajo el concepto de “hidrógeno bajo en carbono”, que vuelve más amplio el abanico de opciones aceptadas para la generación de este gas que se considera ecológica, aunque no completamente renovable pero cumpliendo con criterios de disminución de liberación de gases contaminantes a la atmósfera.
De esta manera, y en forma oficial, se permite el uso de este elemento producido con electricidad que provenga de fuentes convencionales y la de origen nuclear (lo que sería el equivalente al hidrógeno amarillo, solo que en versión de producción no renovable). En este caso, y a efectos regulatorios de la transición energética, es equiparable con el que no utiliza fuentes de electricidad que sean ecológicas.
Pero que tiene una huella de carbono que es mínima, así que se puede decir que este hidrógeno es contaminante, ya que su forma de producción es productora de emisiones, aunque estas sean reducidas. Al respecto, la normativa permite cuatro formas para establecer la medición de la huella de la generación eléctrica. La primera se refiere al promedio al año de emisiones de las líneas eléctricas a nivel nacional.
La segunda trata de las horas de operación con aquellas en que se fijó el horario de las energías limpias para los electrolizados, la tercera manera es de acuerdo a la tecnología utilizada contemplada por el mercado y la última es reflejando el valor del horario del mix eléctrico en España. El operador escogerá la opción que se adapte a su perfil energético, pero debe aplicarla durante un tiempo de un año.
Con respecto al carbono liberado por cada método
Este mecanismo admite que las emisiones de carbono puedan ser estimadas mensualmente como un promedio, a excepción de que la electricidad usada provenga de fuentes renovables. Asimismo, se puede hacer la cogeneración en forma de materias químicas y de energía térmica. Esto último estará limitado a que las emisiones sean repartidas de modo proporcional de acuerdo a los principios energéticos aceptados por España.
Como conclusión, Europa y España han aceptado para la transición energética el uso del hidrógeno no renovable, pero que sea originado de una fuente con emisiones disminuidas (aunque claramente prefieren este que proviene de un reactor fabricado por los japoneses). Pero para esto, es necesario cumplir una serie de requisitos como la forma de medición para la huella de carbono eléctrica.