Las diferencias culturales, de idiomas y políticas, entre otras, contribuyen a que dos naciones, a pesar de ser vecinas, tengan diferencias prácticamente irreconciliables que puedan generar ciertas rivalidades, lo cual no significa que dejen de relacionarse, sino que la cooperación entre ambas sea complicada. En este sentido, Francia duda de sus relaciones con España, sobre todo ahora que Europa se divide en dos caminos.
Francia y España tienen diferentes puntos de vista
Usualmente, algunas naciones fronterizas suelen tener diferencias entre sí, e incluso sus relaciones suelen ser más complicadas en comparación con las que cada una de ellas tiene con países que no están cerca. Esto se debe a muchas razones, como posiciones políticas o religiosas opuestas, disputas territoriales o históricas, que perduran a lo largo del tiempo, y que la mayoría de las veces no pueden ser solucionadas.
Pero también ocurre que algunos estados vecinos que comparten ciertos lazos de amistad pueden llegar a un punto en que las divergencias de sus puntos de vista los pueden llevar a sufrir un enfriamiento en sus relaciones. Como en el caso de Francia, que ahora duda de sus relaciones con España, justo en el momento en que Europa se divide en dos caminos, y cada uno está tomando un rumbo diferente.
Las fuentes de energía marcan la diferencia
El cambio climático y la necesidad de dejar la dependencia de los combustibles fósiles han favorecido la búsqueda de otras clases de fuentes energéticas, y en Europa esto ha significado que cada país se incline por una de dos opciones. En el caso de Francia, la nuclear es considerada como la alternativa correcta, mientras que España se inclina de forma decidida hacia las renovables, y esto está generando una controversia.
Hay que tomar en cuenta que el liderazgo energético del viejo continente está en juego, así como también la disponibilidad de los fondos de la unión para apoyar el desarrollo de las energías. En ese aspecto, el país galo eleva sus apuestas en favor de la energía atómica y está ejerciendo su influencia para que sea considerada como una fuente limpia que sea elegible para poder tener acceso a recibir ese apoyo económico.
De hecho, su proyecto requiere 300 000 millones de euros para restaurar y edificar nuevas centrales nucleares. España, por su parte, ha demostrado una marcada tendencia hacia la instauración de las fuentes energéticas consideradas limpias, como la eólica y la solar, con las cuales satisface más del 60% de sus requerimientos, e incluso genera un excedente importante que le ha permitido exportar energía a sus vecinos.
Evidentemente, ambos países lideran dos vías diferentes para brindarle a Europa su ansiada independencia energética. Sin embargo, están generando una importante controversia, porque Francia ofrece una alternativa estable, mientras que España saca provecho de las renovables que son más baratas, pero presentan el inconveniente de la intermitencia, solo el tiempo dirá cuál será el camino que tomará la UE.
La autonomía energética se puede alcanzar en el equilibrio
El reciente acontecimiento del apagón en España podría ser indicativo de que las renovables todavía no están listas para asumir toda la carga energética de un país (mas aun cuando se dice que en el apagón las plantas nucleares fueron “envenenadas”). Sin embargo, tampoco hay que adoptar una posición totalmente cerrada hacia las verdes y centrarse solo en la energía atómica, como en el caso de Francia.
En conclusión, dos países ofrecen a Europa la posibilidad de alcanzar su independencia energética de formas diferentes. España se ha inclinado por el desarrollo de las energías renovables como la solar y la eólica, que son más baratas, pero tienen el inconveniente de la intermitencia, mientras que Francia prefiere la nuclear, que ofrece mayor estabilidad (además tiene una propuesta para tratar los desecho radiactivos).