La protección del ambiente y los ecosistemas marinos es una de las armas utilizadas en la lucha contra el cambio climático, esta actividad que lleva incluida la intención de corregir errores que se han cometido en el pasado, está siendo puesta en práctica por diferentes países. Como ejemplo tenemos esta que será realizada por Francia donde reabrirá una tumba que estuvo muchos años prohibida en el fondo del océano Atlántico.
Una acción que era costumbre antes y hoy es impensable
Durante unos 44 años, en el periodo comprendido desde 1946 a 1990, varios países europeos entre los que está Francia, tenían por norma el disponer de los residuos nucleares de baja radioactividad vertiéndolos en las profundidades del mar, específicamente en las fosas que se encuentran al nordeste del océano Atlántico, cuyo lecho marino se encuentra a una profundidad de poco más de 4000 metros.
Fueron hundidos en la zona alrededor de 200 000 barriles conteniendo residuos radiactivos, dentro de cemento o asfalto, como lo fueron materiales de laboratorio, guantes, muestras de pruebas atómicas, objetos personales y de uso diario, entre otros. Esta abominable costumbre fue execrada por Europa en el año 1993 cuando fue firmado el tratado con el que nació la Unión Europea.
Francia reabrirá una tumba prohibida
Con el fin de estudiar la situación estructural de más de 200 000 barriles que fueron vertidos por diversos países europeos en el mar y que tenían en su interior desechos de bajo nivel de radiactividad, Francia iniciará este 15 de junio una misión que se extenderá hasta el 11 de julio. El propósito de la misma es verificar el impacto que han tenido sobre la ecología marina y cuáles deberían ser recuperados.
Tomando en cuenta diferentes parámetros, también se estudiará la viabilidad de su recuperación (incluso tiene propuestas para la disposición final de estos desechos). Este proyecto será llevado a cabo por el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS por sus siglas en inglés) y la misión lleva por nombre NODSSUM.
Se espera que gran parte de la radiactividad haya fenecido por el tiempo transcurrido debido a que se trataba de isótopos hierro-55 y cesio-134. Esta gran misión se cumplirá en dos etapas, la primera es la que iniciará este 15 de junio y utilizará el robot submarino UlyX, que puede llegar hasta una profundidad de 6000 metros, perteneciente a la Flota Oceanográfica Francesa. En ella, la máquina cartografiará con un sonar de alta resolución para ubicar con precisión los contenedores.
Una vez hecha esta tarea, los fotografiará a una distancia de unos 100 metros. De igual manera, sin acercarse a los barriles directamente se hará con algunas muestras de sedimentos, agua, flora y fauna marinas. Por su parte, los científicos capturarán crustáceos y peces empleando unas nasas, el análisis de estas muestras les permitirá inferir los efectos que pudieran haber causado los residuos en los ecosistemas marinos.
La segunda etapa de la investigación será en 2026
En esta fase, se utilizará un robot con tenazas que serán comandadas por control remoto para tomar muestras muy cerca de los contenedores. Los datos obtenidos son los que darán una respuesta definitiva sobre la necesidad real de recuperación de los barriles y la mejor forma de hacerlo. Esto siguiendo un protocolo de seguridad muy estricto, el cual estará dirigido por el ente de seguridad nuclear de Francia.
En conclusión, Francia reabrirá una tumba prohibida en el Atlántico con el fin de estudiar la factibilidad de recuperar contenedores que fueron arrojados al mar conteniendo residuos de baja radioactividad (incluso este acto puede ser parte del tratado de la alianza que el país galo está por suscribir con Alemania). El proyecto será una buena chance para investigar los efectos de almacenar residuos radiactivos en el mar.