Quienes ponen sus esperanzas en las nuevas tecnologías para vivir en un mundo mejor pueden sufrir muchas decepciones, porque a pesar del progreso que se muestra en los diversos medios de comunicación, la realidad es como es, y a veces hay que saber aceptarla. Eso está ocurriendo con los motores que iban a salvar al mundo, las cosas no han ido bien y ahora estamos asistiendo a la despedida de los coches del futuro.
Algunas innovaciones no cumplen sus promesas
La posibilidad de innovar y lanzar a la luz nuevos descubrimientos en cualquier parte del planeta de forma inmediata ha dejado en evidencia los numerosos adelantos que se consiguen en todas las áreas de las ciencias y de las actividades humanas. De esta manera, muchas personas han podido descubrir nuevos recursos que les permiten llevar a cabo sus proyectos, y también hay quienes han sufrido alguna decepción.
Porque existen innovaciones que en un primer momento pueden ofrecer muchas promesas, pero cuando se aplican comienzan a mostrar deficiencias totalmente inesperadas. Y desafortunadamente, eso está pasando con los que eran considerados como los coches del futuro, y que ahora corren serio riesgo de desaparecer en cualquier momento, junto con la tecnología de sus motores que iba a salvar al mundo, y ahora dicen adiós.
El hidrógeno sigue sin satisfacer las expectativas
Con la llegada del nuevo milenio y las consecuencias de los problemas ambientales, la industria automotriz se ha dedicado a buscar alternativas que permitan dejar atrás el uso del petróleo. Muchos fabricantes de coches habían apostado por la tecnología de los motores eléctricos de pila de combustible de hidrógeno como mejor opción para el futuro, pero debido a diversas circunstancias ahora tienen que dar marcha atrás.
El desarrollo de propulsores con combustible de hidrógeno no termina de convencer a las grandes marcas de coches, pues a pesar de haber realizado grandes inversiones, todavía no han logrado obtener el mismo nivel de eficiencia de los electrificados. Pues presenta una eficiencia de apenas el 22%, porque para su funcionamiento se requiere que ocurra un proceso químico conocido como electrólisis que usa mucha energía.
Eso representa menos de un tercio de lo que se obtiene con los eléctricos que proporcionan un 73% de eficiencia, aproximadamente (se ha destapado una verdad sobre este gas por lo que el público le teme). Otro factor importante es que los vehículos que trabajan con hidrógeno resultan mucho más caros que los eléctricos, no solo al momento de adquirirlos, sino también en lo que respecta a su mantenimiento, porque son más complejos, así que no terminan de convencer a los usuarios.
Aunque el tiempo necesario para repostar hidrógeno es similar al que se necesita para la gasolina, existe una gran deficiencia en el número de puntos de recarga, con lo cual pierde buena parte de su atractivo. Esas son algunas razones por las cuales la que prometía ser la mejor tecnología del futuro para los coches podría desaparecer en cualquier momento, a menos que se logren superar esas y otras dificultades técnicas.
El futuro se despide de Stellantis y Toyota
Stellantis decidió dar marcha atrás con los coches de hidrógeno por dos razones fundamentales, se trata de una tecnología muy cara y no hay un sistema de recarga adecuado. En tanto que Toyota, quien había apostado por el hidrógeno como el futuro de los coches sacó al mercado su modelo Mirai en California, Estados Unidos, pero resulta que allí casi no hay puntos de recarga y ahora se enfrenta a un cúmulo de demandas de sus arrepentidos clientes.
Concluyendo, los coches que usan hidrógeno como combustible eran considerados como el futuro de la industria automotriz (aunque se dice que Toyota cometió un gran error), pero su implementación ha presentado algunos inconvenientes. Entre ellos, que son muy caros, su eficiencia es inferior con respecto a los eléctricos, y los sistemas de recarga son escasos, así que algunas de las grandes marcas, como Stellantis, han decidido dar marcha atrás con esta tecnología.