Seguimos debatiendo sobre el futuro del planeta. Nadie discute en serio que el clima está cambiando. Eso ya nos quedó claro. Y también sabemos que no podemos seguir mirando para otro lado. Las cumbres ambientales, los encuentros entre líderes y los acuerdos para bajar emisiones se volvieron algo casi de todos los días. En el fondo, todo gira alrededor de la misma pregunta: ¿qué tan rápido podemos cambiar la forma en que producimos energía? Es una carrera interminable. Los gobiernos están obligados a moverse.
El ruido dentro de la conversación
Pero justo cuando la necesidad de actuar se volvió más urgente. La conversación se empezó a ensuciar. De repente aparecen discursos confusos, datos sacados de contexto y una sensación general de que el debate está trabado y no avanza para ningún lado. Cuando la ciencia es más clara, el ruido mediático y político parece ser más fuerte. Esto siembra dudas sobre la viabilidad de las soluciones o la urgencia del problema.
Hay una preocupación creciente por la «integridad de la información». Gobiernos como el de España, Brasil y Francia tuvieron que lanzar iniciativas globales para promover información precisa y basada en pruebas. Piden proteger a los periodistas que investigan estos temas y garantizar que la gente reciba datos confiables. El propio presidente de Brasil, Lula da Silva, en sus declaraciones recalcó que es hora de «derrotar al negacionismo» que rechaza la evidencia científica.
El lobby entra en acción
Parece ser que mientras algunos gobiernos firman declaraciones, las políticas climáticas siguen siendo vulnerables. Un nuevo informe de la plataforma LobbyMap acaba de mostrar algo que muchos ya sospechaban. Analizaron a las 1000 empresas de petróleo y gas más grandes del mundo y a sus 330 asociaciones industriales. Los resultados fueron demoledores.
La industria de los combustibles fósiles aumentó al menos un tercio la difusión de información engañosa sobre la transición energética en el último año. Justo en el período previo a la crucial cumbre climática COP30. El informe denuncia que estas empresas están intensificando una «estrategia dual». Por un lado, dan mensajes públicos de apoyo al Acuerdo de París, pero por otro, presionan con fuerza para aumentar la producción de petróleo y gas. ¿Cuál es la verdad entonces?
El manual del engaño
El informe realizado por LobbyMap identifica tres mensajes engañosos importantes que la industria repite constantemente desde aproximadamente 1967. El primero es generar escepticismo sobre las soluciones, declarando que las energías alternativas no son viables. El segundo es pedir «neutralidad política», que en la práctica significa que los gobiernos no intervengan ni regulen. El tercero, el más potente. Insistir en que los combustibles fósiles son la única forma de garantizar seguridad y energía barata. El 64,5% de estos mensajes fueron difundidos directamente por los CEOs y directores de las compañías en discursos o reuniones con políticos.
Lo más irónico es que las propias Cumbres del Clima parecen ser el lugar favorito para este lobby. Un estudio de Transparency International reveló que el 88% de las empresas que asistieron a las últimas dos COP ni siquiera tienen una posición clara de apoyo al Acuerdo de París. Es más, el 41% tiene una postura que directamente va en contra de la transición.
Mientras 13 países, incluyendo España, piden fondos para investigar la desinformación climática e instan al sector privado a tener prácticas publicitarias transparentes,. El lobby sigue actuando. La comunidad internacional, advierte InfluenceMap, debe unirse para defender los compromisos basados en la ciencia y la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, frente a estas fuerzas que buscan desviar el proceso para su propio beneficio. La falta de compromiso de otros sectores económicos dejó a las políticas climáticas vulnerables. Hay que hacer algo al respecto y no dejarnos engañar.
