El planeta tierra esconde grandes misterios en muchos de sus rincones, en las profundidades del mar y en inhóspitas tierras desconocidas. La historia de esta isla remota a la que está vetada la entrada a desconocidos despierta mayor curiosidad por conocer. Un viaje al siglo XIX puede darnos una idea de la forma de vida de los habitantes de la isla prohibida.
¿Cómo se llama esta curiosa isla prohibida? El mundo está en vilo, y tenemos razones para ello
Tan solo pensar en vivir sin conexión a internet, sin vehículos ni servicios públicos parece algo imposible en la actualidad. No obstante, existe una pequeña porción de tierra habitada en el planeta que sobrevive a los avances tecnológicos.
Este es el caso de la Isla Niihau, una de las islas que componen Hawái que pertenece a Estados Unidos por derecho, pero en los hechos se presenta como una tierra privada a la que está restringida la entrada de todo visitante sin permiso.
A pesar de lo increíble que esto suene, esta es la realidad de una isla que, por las condiciones de vida, su estado de conservación y el bloqueo del ingreso, es dueña de las más fantásticas leyendas e historias que ocultan más mitos que verdades.
Sin embargo, existen algunos datos certeros que podemos conocer de este trozo del planeta que despierta la curiosidad de los turistas más arriesgados que con un poco más de empeño pueden lograr acceder a una de sus playas, aunque sea por unas horas.
Niihau, al detalle: por qué nadie vivir en ella (y ni siquiera puedes hacer turismo)
La isla de Niihau es la más pequeña y occidental del archipiélago de Hawái, con una extensión de aproximadamente 180 km2. Según el último censo norteamericano, se cuentan 35 viviendas y la población asciende a unos 170 habitantes, de los cuales unos cincuenta de ellos son niños menores de 14 años.
El dato más curioso de todos es que desde hace más de 150 años, la isla es propiedad privada de una familia, que en 1864 llegó a la isla desde Escocia para morar allí. En ese entonces, los Robinson compraron la tierra a la población indígena por 10 mil dólares en oro y se hicieron propietarios de toda su extensión.
A principios del siglo XX, los terratenientes se dedicaban a la explotación ganadera y pesquera de la zona, pero a partir de que son sede de una base militar de Estados Unidos, viven del cobro de un alquiler millonario al Estado.
La ínsula de propiedad privada no está abierta al público ni a la entrada de la modernidad en tanto que se mantiene aislada de la tecnología, no cuentan con asfalto, servicios públicos, telefonía, tiendas, entre otras prestaciones de la vida actual.
¿Qué esconde esta isla hawaiana? Las teorías más curiosas (y la confirmada)
Miles de historias ocultas en los secretos de este intrigante rincón del planeta en la que se permite salir a sus habitantes libremente, pero restringen la entrada a desconocidos, a menos que cuenten con una invitación especial.
Los habitantes circulan a caballo o en bicicleta por las sendas de tierra de su geografía árida particular de la zona. El agua se recoge de la lluvia, y la energía eléctrica proviene de sistemas de paneles solares. Existe una escuela en la que los niños aprenden en su propio dialecto.
Como toda parcela privada, los propietarios son los dueños del orden y el funcionamiento del lugar, y los habitantes viven bajo las órdenes de los terratenientes. A costa de ello, no se les exigen el pago de una renta, pero sí tienen su propia forma de subsistencia.
Los isleños viven de la venta de collares y artesanías confeccionadas con las conchas propias de la región y productos de la agronomía y la pesca que comercializan en Kauái, la isla más cercana. Si quieres conocer esta isla prohibida, existen excursiones en helicóptero que permiten el descenso por unas horas a una de sus playas y conectar con la naturaleza de una isla inhóspita en medio del mar.








