El plan de Arabia Saudita para transformarse en una potencia mundial del turismo es de una envergadura que nunca se había visto en todo el planeta, por lo cual requiere de una enorme inversión económica de billones de dólares, así como también de grandes cantidades de materiales de construcción. Ahora el mundo busca la forma de frenar The Line porque quiere engullir el 20% de un valiosísimo recurso.
Una construcción en el desierto necesita abundantes recursos
The Line es una ciudad futurista diseñada en Arabia Saudita para convertirse en el corazón del plan Neom 2030, que pretende hacer de esta nación la capital mundial del turismo y de las nuevas tecnologías. Este centro urbano tiene forma lineal, tal como lo indica su nombre, y estará ubicado entre el desierto y el golfo de Áqaba, de manera que pasará a ser una especie de puente entre ambos lugares.
Además de una atracción turística, también pretende demostrar que es posible tener un importante desarrollo urbano que, simultáneamente, puede ser amable con el medioambiente, pero la puesta en marcha del proyecto ha presentado numerosos problemas, uno de ellos es la gran cantidad de materiales que necesita. Ahora el mundo busca frenar The Line porque quiere engullir el 20% de un valiosísimo recurso.
The Line es un consumidor extremo de materiales
La proyección inicial de The Line parecía muy atractiva y original, al menos en la maqueta y los planos, sin embargo, a medida que la construcción avanzaba, se comenzaron a evidenciar diversos errores en su concepción. Uno de ellos es que, por tratarse de una obra de dimensiones exageradas, el consumo de materiales es descomunal, y requiere al menos del 20% de las existencias de acero que hay en el planeta.
Esto puede comprometer la disponibilidad de este elemento para otros países, sobre todo si se toma en cuenta que apenas se está iniciando su construcción. Pero no solo la utilización del acero es exagerada, puesto que inicialmente se proyectó que tendría un costo total de 500 000 millones de dólares, pero a medida que progresó su construcción, se determinó que este superaría los 2 billones de dólares.
Por otra parte, algunas de las obras emblemáticas que le permitirían erigirse como una ciudad ecológica han sido descartadas, el mejor ejemplo es la planta desalinizadora que tendría la capacidad de suministrar el 30% del agua requerida por sus habitantes, pero ya no será construida (por eso se dice que como parte de Neom, su futuro es incierto). Eso indudablemente le resta buena parte del interés que podría tener esta metrópoli futurista.
En contraste, el gobierno saudí edificará una fábrica de hormigón, que se caracteriza por sus elevadas emisiones de gases de efecto invernadero. Actualmente, The Line es un proyecto que, en el transcurso de su evolución, ha ido perdiendo una parte importante de lo que habría sido su esencia original, para transformarse en un devorador de materiales como el acero, y que aun así ha tenido que reducir sus ambiciones.
Un megaproyecto se ve reducido a una mínima parte
Además del monumental consumo de recursos para levantar The Line, esta obra presenta una serie de inconvenientes presupuestarios debido al retiro de algunos de sus inversores. Esto ha causado que el proyecto original reduzca sus dimensiones, y de los 170 km de extensión que se esperaban tener listos para el 2030, apenas se llegará a 2.4 km, y también se pasó de 1 500 000 habitantes a solo 300 000.
En definitiva, The Line está dejando de ser el megaproyecto futurista para transformarse en una preocupación debido al aumento exagerado de sus costos (los cuales son inimaginables aun para este país) , por lo que paso de una extensión de 170 km a solo 2.4 km. Pero no solo está afectando a Arabia Saudí, sino también a otros países, porque está consumiendo el 20% del acero que hay en el mundo.