En la actualidad, las olas de calor que están afectando a España y Europa causan estragos en la población de todo el territorio, pero también afectan sectores productivos como las cosechas, la ganadería, la salud y la energía, tanto en su producción como en su uso. En este último se han reportado otros problemas que tienen graves consecuencias y que, a su vez, derivan en otros. Veamos cómo es esto.
La ola de calor que afecta a España y Europa
Ya es oficial: este ha sido uno de los veranos más cálidos que han sufrido España y Europa que se tenga registro. En el caso de la península, todas sus comunidades se han visto afectadas por las altas temperaturas que han sobrepasado los 42 grados bajo la sombra. Por esta razón, la Agencia Estatal de Meteorología de nuestro país o AEMET, ha lanzado varias alertas referidas a este clima anormal.
Asimismo, Protección Civil ha incrementado su disposición para ayudar a las personas y ha dado algunas recomendaciones, sobre todo dirigidas a la población especialmente vulnerable como son los niños y los adultos mayores, entre ellas se encuentran mantenerse hidratado tomando mucha agua y evitar exponerse al sol durante largos periodos. Pero esta situación también trae otras consecuencias desde el punto de vista energético.
Los problemas ocasionados por las olas de calor en España
En España y Europa las olas de calor con sus altas temperaturas han ocasionado múltiples problemas que a su vez han traído otros en diferentes niveles. Algunos de ellos son un gran incremento en la demanda eléctrica, de un 5 % en la península, que se mantiene hasta altas horas de la noche, esto provoca que se produzca un aumento en las emisiones de CO2 por el uso de electricidad de fuentes tradicionales lo que afecta el clima.
Lo que a la vez produce una crecida en el cambio climático y el calentamiento global en un círculo vicioso. Pero este incremento en la demanda también hace que seamos más dependientes de la energía nuclear y la de ciclo combinado, o de gas, lo que provoca que las facturas por electricidad se dupliquen o tripliquen (a lo que se suma este desperdicio energético en la península, lo que es una verdadera vergüenza).
Y esto es tomando en cuenta que en el país ibérico hubo un aumento del 44 % en la disponibilidad de la atómica con respecto al mes de abril, por lo que se posicionó como la segunda fuente proveedora de energía, solo por detrás de la fotovoltaica que igualmente tuvo un repunte del 57 % en el mismo periodo. Estos números se deben a la baja producción de renovables como la eólica y la hidráulica.
Este aumento en la demanda se debe, principalmente, a que los equipos de aire acondicionado trabajan durante más tiempo, a pleno rendimiento, para lograr climatizar áreas de oficina, salas de equipos y hogares. Durante las noches y días de poca producción, el déficit es compensado por las plantas de ciclo combinado lo que encarece aún más la energía, puesto que casi el 16 % de su materia prima proviene de Rusia.
En el resto de Europa la cosa no es mejor
España y Europa se han visto igualmente afectadas por las olas de calor, aunque pareciera que para la primera la cosa ha ido peor. Esto porque en países como Alemania, que ya no disponen de energía atómica, su demanda se ha elevado entre un 7 y un 9 %, mientras que en Francia el incremento fue de 11 %. De igual forma, las facturas han subido en un 175 % y 108 %, respectivamente. Y esto sin hablar del resto de las naciones.
Concluyendo, para la población de España y Europa las olas de calor han sido un problema no solo desde el punto de vista de la salud sino que ahora también afecta la parte energética (de paso, se pronostica que serán más intensas y durarán más tiempo). Puesto que provocarán mayor presión en las redes eléctricas por el aumento de la demanda y la facturación se multiplicará por dos o por tres.
