Desde la antigüedad, el hombre siempre ha querido convertir metales comunes en metales preciosos como el oro, y en ese objetivo dirigieron sus esfuerzos muchos científicos y los llamados alquimistas que eran pseudocientíficos muy respetados por aquellos días. Pero ahora parece que se consiguió el Santo Grial de la alquimia porque se dice que podemos transformar 5000 kg de metal común en otros tantos de oro por año ¿será verdad?.
La alquimia en la antigüedad
Esta fue una ciencia esotérica, la cual tenía como objetivo la conversión de lo imperfecto en perfecto, tanto desde el punto de vista material como el espiritual de todos los reinos: humano, animal, vegetal y mineral. Era una práctica que mezclaba las ciencias convencionales y nuevos descubrimientos en cada época con otras de origen místico para conseguir resultados mágicos.
De esta manera surgió la creencia del elixir de la vida y la piedra filosofal con los cuales, al ser descubiertos, tenían la propiedad de transmutar metales comunes como el plomo en oro, pero también podían prolongar la vida brindando la inmortalidad. Aunque no logró sus objetivos primigenios, sí fue quien sentó las bases para la tecnología antigua y ahora, se ha logrado cuando menos uno: la creación del noble metal.
La gran transformación en oro puro del metal común
La startup norteamericana Marathon Fusion, que tiene su sede en San Francisco y se dedica al desarrollo de técnicas de fusión nuclear, ha hecho una afirmación revolucionaria, es posible transformar en oro al mercurio. Esto fue publicado en un artículo en una revista especializada la pasada semana, donde se demuestra que para hacer esta conversión, se emplearían los neutrones resultantes del proceso de fusión.
Esta es una afirmación teórica que está muy bien sustentada (aunque primero es necesaria la construcción de un reactor a fusión como el que lleva adelante China) y dice que los neutrones de energía generados, junto con el helio, como productos del calentamiento extremo de los isótopos de litio y deuterio pueden ser utilizados para crear el noble metal añadiendo mercurio – 198 a la reacción.
Esta conversión es conocida como transmutación nuclear y utiliza las partículas empleadas para obtener tritio en el reactor a partir del litio en un procedimiento que se conoce como “manta de reproducción”. Cuando se añade el isótopo de mercurio – 198 a la reacción, cambia su fórmula molecular y gana electrones, convirtiéndose en mercurio – 197 que es un elemento químicamente muy inestable.
En poco más de 63 horas sufre una desintegración, transformándose en oro – 197 que es la única forma estable de este metal. Sin embargo, como se tendrán en la reacción otras partículas de mercurio, estas pueden convertirse en otras versiones que sean radiactivas del metal precioso que resulten inestables, por lo que el mismo deberá ser almacenado por 14 años para que sea seguro, a menos que se encuentre una manera de eliminar la posibilidad.
Esto abre la oportunidad de que los reactores de fusión tengan una producción dual
De acuerdo a los autores del artículo, con este mecanismo por cada gigavatio de capacidad que tenga el reactor, se podrían producir 5000 kg de oro al año sin que haya problema con la generación de electricidad ni de tritio. Como la cantidad de este metal precioso es equivalente a la energía que suministra el reactor, entonces la central de fusión tendría el doble de ingresos y de ganancias netas.
En conclusión, aunque no es un proceso propiamente alquímico, sí es la esencia del mismo al convertir un metal común como el mercurio en oro (sería similar a explotar estas megaminas del noble metal en Finlandia y China). Por otra parte, este proceso permitirá que las centrales de fusión obtengan otra entrada de ganancias sin que comprometan su función primigenia que es la generación de electricidad.