Tiene una extensión de 106 metros cuadrados y abarca dos países, y es el hogar de más de cien mil residentes que se desplazan

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Por HoyECO
Publicado el: 20 de diciembre de 2025 a las 12:45
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Biología subterránea

Una telaraña del tamaño de un pequeño apartamento y una cifra propia de una ciudad. Un equipo internacional de investigadores ha descrito en la llamada Sulfur Cave (Cueva del Azufre), en la frontera entre Grecia y Albania, una red de seda que ocupa 106 metros cuadrados y que aloja a más de 111.000 arañas. El trabajo, publicado en la revista científica Subterranean Biology, documenta un fenómeno excepcional (la convivencia masiva de dos especies distintas en una misma estructura) en un entorno de oscuridad casi permanente.

La colonia, según el artículo, estaría formada por alrededor de 69.000 ejemplares de Tegenaria domestica (conocida como araña doméstica o de granero) y más de 42.000 de Prinerigone vagans (una pequeña araña tejedora de sábana). El hallazgo fue localizado por espeleólogos checos en 2022 y muestreado posteriormente por científicos que regresaron a la cavidad en expediciones posteriores. Los autores subrayan que es la primera evidencia de comportamiento colonial en estas dos especies, habituales fuera del mundo subterráneo.

La explicación no está tanto en las arañas como en el lugar. Sulfur Cave es una cavidad hipogénica de unos 520 metros, situada en el cañón de Vromoner, con un acceso pequeño que se abre hacia el río Sarandaporo. Su rasgo distintivo es un curso de agua subterráneo rico en sulfuros que forma un lago cerca de la entrada, y que sostiene una cadena trófica basada en microorganismos capaces de obtener energía de compuestos de azufre. En la práctica, eso se traduce en una disponibilidad constante de alimento para invertebrados y, por extensión, para los depredadores que los cazan.

En condiciones normales, la convivencia sería difícil de imaginar. Una de las especies registradas suele alimentarse de arañas más pequeñas, justo el tipo de presa que representaría la otra en un entorno distinto. Pero en la cueva hay dos factores que lo alteran casi todo (la falta de luz y la abundancia de presas diminutas, como mosquitos y otros dípteros), hasta el punto de favorecer una coexistencia que fuera de ese corredor subterráneo sería improbable. En palabras atribuidas al autor principal del trabajo, la impresión inicial ante el “tejido” fue de «admiración, respeto y gratitud».

El estudio también apunta a una señal relevante para entender la historia de la colonia. El análisis genético de muestras recogidas en la cavidad sugiere que estas poblaciones son distintas de otras poblaciones conocidas de las mismas especies, un indicio compatible con procesos de adaptación local al ambiente extremo. En biología de cuevas, esa separación genética suele ser una pista valiosa (cuando un hábitat impone condiciones estables y duras, la evolución tiende a afinar comportamientos y rasgos con rapidez relativa).

El hallazgo abre, además, un debate práctico. Sulfur Cave y otras cavidades sulfurosas del entorno se han convertido en un laboratorio natural para estudiar biodiversidad y redes alimentarias subterráneas, pero su fragilidad es elevada. Cualquier alteración del microclima o del sustrato biológico que sostiene la base microbiana puede tener efectos en cascada, también sobre esta “megacolonia” de arañas.

HoyECO

Equipo editorial de ECOticias.com (El Periódico Verde), integrado por periodistas especializados en información ambiental: naturaleza y biodiversidad, energías renovables, emisiones de CO₂, cambio climático, sostenibilidad, gestión de residuos y reciclaje, alimentación ecológica y hábitos de vida saludable.

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