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27 millones de toneladas de veneno terminaron en el Atlántico Norte: El daño es incalculable

Por Omar D.
22 de julio de 2025
en Actualidad
daño

Fuente: RTVE Play

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Desde 1960 se han dado diversas preocupaciones por la contaminación del medio ambiente, especialmente de los mares donde eran vertidas grandes cantidades de desperdicios, provenientes tanto de tierra firme como de embarcaciones. Esto porque los fondos eran considerados una especie de basurero natural. Ejemplo de esto son las 27 toneladas que fueron detectadas en el Atlántico y que causan un gran daño.

El Atlántico Norte: toneladas de veneno lo convierten en un vertedero

Los diferentes organismos que luchan contra la contaminación de los mares se han enfocado en los macroplásticos, como las bolsas, botellas vacías y objetos diversos, así como en los microplásticos, los cuales son desechos de la degradación de los anteriores que miden de uno a cinco milímetros, como el mayor contaminante que pone en riesgo a las grandes masas de agua del mundo entero.

Sin embargo, estudios recientes han demostrado que los nanoplásticos, que miden menos de un milímetro, resultan ser mucho más abundantes y causan mayor daño. Ya que por su tamaño atraviesan las barreras que representan las paredes intestinales y tejidos de las diferentes especies marinas, llegando a contaminar al ser humano, donde han sido detectados en sangre y hasta en los órganos reproductivos.

Las últimas investigaciones son determinantes

Indagaciones realizadas por la Universidad de Utrecht, el Instituto Real de Investigación Marina de los Países Bajos y el Centro Helmholtz para la Investigación Ambiental utilizando nuevas tecnologías han detectado que 27 millones de toneladas de nanoplásticos existen en el Atlántico Norte, un verdadero veneno para el mar. Lo peor es que estos elementos se han encontrado en todas las profundidades, desde niveles templados hasta áreas subtropicales.

Esta extraordinaria poción que se considera entre los más graves que pueden afectar las aguas, va ocasionando un gran daño de forma lenta pero inexorable en todos los hábitats marinos y las especies. Para hacernos una idea de lo que representa esta cantidad, la misma es equivalente en peso a toda la fauna terrestre y su masa es mayor que la de los macroplásticos y microplásticos presentes en el mar, juntos.

Para llegar a este número se utilizó un método que es innovador donde se emplea la espectrometría de desorción térmica y de masa para poder detectar estos elementos que son casi invisibles. Para ello, se hizo el seguimiento de la huella química dejada por cada tipo de nanoplástico que se libera en forma de gases al ser calentado y que es detectado por aparatos muy sensibles que calculan el daño.

Con este método no solo se detecta la presencia de estos compuestos que tanto daño causan (así como el gran engaño en que nos mantienen), sino también los tipos más predominantes. Se encontró que los más abundantes son los de poliestireno o PS que se usan en cubiertos desechables y embalajes, el polietilentereftalato o PET presente en botellas y textiles y el policloruro de vinilo o PVC que se encuentra en tarjetas y tubos.

Las formas en que estos compuestos han llegado al océano Atlántico Norte

Los principales medios de transporte en que estos elementos llegan a los océanos para causar daño son mediante diferentes eventos climáticos, entre los que destacan las lluvias que los llevan desde el aire hasta las aguas. Otra vía muy común es a través de los ríos, los cuales los van recogiendo a su paso por zonas de concentración de desperdicios en las ciudades e industrias.

En definitiva, es realmente incalculable el daño que causan estos 27 millones de toneladas de veneno nanoplástico que han terminado en las profundidades del Atlántico Norte (incluso pueden acabar con nuestra capacidad reproductiva y significar nuestra extinción). Su vía de entrada a las aguas del océano es a través de fenómenos climáticos y ríos que cruzan por ciudades y cerca de industrias.

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