Los actuales tiempos son críticos para la mayoría de los países del mundo, sobre todo por lo concerniente a la lucha contra el cambio climático y las medidas que se están tomando en este sentido. Una de las más controversiales es la electrificación del sector transporte. Hoy en día, la Unión Europea debe afrontar una realidad que le toca la puerta tomando algunas decisiones que seguramente nos afectarán a todos, de una u otra manera.
Lo que piden las marcas de coches a la UE
Las diferentes marcas europeas, encabezadas por el CEO de Mercedes-Benz, que también es el presidente de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles, han dirigido una comunicación a la presidenta de la Unión Europea pidiendo la flexibilización de la normativa referida a las emisiones que entrarían en vigor para el 2030 y 2035. En resumen, no es posible su cumplimiento bajo las condiciones vigentes.
Algunas son la dependencia de China para el suministro de baterías lo que encarece los costos, el número de estaciones de recarga pública no crece lo bastante rápido, por otra parte, la electrificación de la movilidad requiere una inversión muy importante de tiempo y recursos. Por último, piden que junto a la electrificación se dé un espacio a las tecnologías de combustión de bajas emisiones, híbrida y de hidrógeno.
Las decisiones tomadas por la Unión Europea ante la realidad que se le presenta
En el 2019 se anunció la nueva normativa conocida como CAFE (Clean Air For Europe), que entraría en vigencia en la Unión Europea, a partir del primero de enero de este año, referente a que los nuevos vehículos que se vendieran en los países de la región deberían tener emisiones máximas de 93,6 gramos de CO2 por kilómetro. El fabricante que no cumpliera con la misma, enfrentaría elevadas sanciones.
Estas multas son de 95 euros por cada gramo adicional emitido por coche vendido. Un cálculo preliminar ha estimado que las multas podrían superar los 15 000 millones de euros por lo que la industria europea estaría en peligro al no poder asumir este exabrupto que pretendía poner un límite a las emisiones (esto quizás fue promovido con más fuerza este 2024 porque las mismas se dispararon ese año).
Una posible solución para evitar la sanción era asociarse con fabricantes de vehículos puramente eléctricos, como Tesla, para en conjunto con sus coches lograr reducir en el papel las emisiones en general, sin embargo, esta propuesta no es factible para todos los casos y no hay suficientes marcas para absorberlos. Visto esto, y luego de mucho discutir las opciones, la presidencia de la UE ha propuesto una enmienda a la norma.
La cual consiste en aumentar de uno a tres años el periodo de gracia para que las distintas marcas adapten sus plantas para lograr la meta de emisiones. Ahora la vigencia del mismo será a partir de 2027, pero esta modificación deberá contar con el apoyo de los gobiernos de los 27 estados miembros de la Unión Europea así como el Parlamento Europeo, antes de finalizar el año, por lo que deberán iniciar los trámites de inmediato.
Los basamentos sobre los que se fundamenta este cambio y por qué no se modificó la meta de las emisiones
Lo primero que se debe tener claro es que la Unión Europea ha cambiado los plazos de implementación pero no así los límites de las emisiones con el fin de respetar los esfuerzos hechos por los fabricantes que ya están cumpliendo con la norma. No obstante, la extensión de los plazos obedece a que se tomaron en cuenta las graves consecuencias de las sanciones, las que se evitarán dando un poco más de tiempo.
En conclusión, la extensión del plazo para el cumplimiento de la norma por parte de la Unión Europea nos afectará a todos ambientalmente hablando (a pesar de esta tecnología que podría despedir a los coches de gasolina). Sin embargo, esta prolongación de plazos permitirá a los fabricantes alcanzar la meta de emisiones y así evitar la sanción que pondría en peligro su supervivencia.