La Unión Europea ha puesto en peligro el 75 % de sus tierras: el mundo descubre la trampa, y nos deja en evidencia

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Publicado el: 11 de marzo de 2024
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Unión Europea

La Unión Europea es la entidad que está afrontando la transición ecológica con mayor seriedad y compromiso, de acuerdo con Naciones Unidas. La innovación (que nos llevó a encontrar esta fuente de energía innovadora que tiene vida) a veces llega demasiado lejos, y ha vuelto a suceder: así han puesto en peligro al 75 % de las tierras, también de las nuestras en España, claro está.

El compromiso incumplido de la Unión Europea, su primera trampa que el mundo descubrió

En 2020, la Comisión Europea presentó su ambiciosa ‘dieta climática’ que implicaba reducir el consumo de carne y lácteos hasta en un 71% para 2030. Esta drástica reducción formaba parte del Pacto Verde Europeo y la estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ para conseguir una producción alimentaria más sostenible.

Sin embargo, un estudio de WWF demuestra que no se ha avanzado como se debería en este sentido, y que el consumo de carne no se ha reducido. La Unión Europea no ha querido salir al paso, generando fuertes críticas por incumplir su promesa original (que es parecido a lo que sucedión en España, recordarás).

Al no reducir el consumo de carne, la UE pone en riesgo sus objetivos climáticos y la sostenibilidad a largo plazo de más del 75 % de sus tierras dedicadas a actividades primarias, que son las que se corresponden con la ganadería en mayo parte, según los estudios.

La UE lo explica: por este motivo es necesario reducir el consumo de carne

El alto nivel de consumo de carne en la Unión Europea está teniendo graves consecuencias medioambientales. La ganadería intensiva emite grandes cantidades de gases de efecto invernadero, principalmente metano. Además, se estima que cerca del 75 % de las tierras agrícolas de la UE se utilizan únicamente para alimentar al ganado.

Esta enorme extensión de tierras dedicadas a los cultivos para pienso está provocando la deforestación y pérdida de biodiversidad, ya que se talan bosques para obtener más tierras de cultivo. Reducir el consumo de carne no solo mitigaría el cambio climático, sino que también permitiría recuperar ecosistemas dañados.

Además, el suelo y el agua se utilizarían de forma más eficiente, puesto que se requieren muchos más recursos para producir carne que para cultivar vegetales. En definitiva, transitar hacia dietas más sostenibles con menos carne tendría beneficios ambientales, de salud pública y ayudaría a garantizar la seguridad alimentaria mundial.

Igualmente, está todo lo relacionado con el bienestar animal y las macrogranjas, que son incompatibles entre sí. El problema es que el registro de actividades ganaderas no es todo lo exhausto que se debería, incluso si recordamos que por ley deben tener cámaras de videovigilancia en ciertos espacios.

El problema está en las políticas actuales: el paso en falso de la UE

Las políticas actuales de la UE en torno a la producción y el consumo de carne son bastante laxas y no alientan a una reducción significativa. La Unión Europea permite e incluso fomenta el consumo masivo de carne sin imponer límites o cuotas, de acuerdo con la organización WWF.

Además, no existen regulaciones estrictas para reducir la ganadería intensiva, que es altamente contaminante y va en contra del bienestar animal. La UE podría limitar las macrogranjas, pero no lo hace. En su lugar, depende en gran medida de la importación de carne desde otros países.

Esto provoca que el 75 % del territorio agrícola de la UE se dedique a la producción de piensos y pastos para alimentar al ganado, en lugar de cultivos para consumo humano directo. Se estima que si los ciudadanos de la UE redujeran su ingesta de carne a la mitad, se podría liberar gran parte de esas tierras para otros usos.

Lo has podido ver, y es que la Unión Europea continúa imparable en su camino hacia la reducción de carne, aunque ello implica poner en peligro tres cuartas partes de sus tierras. ¿Qué está haciendo España ante esta situación? Las medidas directas no se han hecho públicas, pero sí una indirecta: así hemos producido hidrógeno de oro por primera vez en toda la historia.