Europa lleva ya mucho tiempo soñando con un continente más conectado. La idea de recorrer grandes distancias en pocas horas, sin necesidad de aviones ni esperas interminables, es tan atractiva como difícil de lograr. Los trenes de alta velocidad ya son una realidad en buena parte del territorio. El problema está en que la red actual sigue siendo limitada y desigual. Algunos países pueden disfrutar de conexiones modernas y más eficientes pero otros todavía dependen de rutas lentas o muchos trasbordos a la hora de realizar viajes.
El desafío de querer conectar toda Europa
La Comisión Europea presentó un nuevo plan que busca revolucionar el transporte en el continente. El objetivo es claro. Se trataría de una red ferroviaria verdaderamente europea, rápida, integrada y capaz de competir con el avión en trayectos de media distancia.
Hoy, Europa cuenta con unos 12 000 kilómetros de líneas de alta velocidad, concentradas principalmente en España, Francia, Italia y Alemania. Pero el resto del continente, sobre todo el centro y el este, sigue mal conectado. Bruselas quiere corregir ese desequilibrio triplicando la red actual antes de 2040. La idea es alcanzar los 36 000 kilómetros. Una apuesta que no solo cambiaría la forma de viajar, sino también la manera en que los países se relacionan entre sí. ¿Se puede soñar con una Europa más conectada?
España toma protagonismo en este nuevo mapa
Entre los países más beneficiados por el plan aparece uno que lleva años preparándose para este momento: España. Con casi 4000 kilómetros de vías operativas, es líder europeo en infraestructura de alta velocidad y solo está por detrás de China a nivel mundial. El nuevo plan de la UE contempla dos rutas prioritarias: Madrid-Lisboa, que reducirá el viaje de más de ocho horas a apenas tres, y Madrid-París, que pasará de más de doce a solo seis. Incluso desde Bilbao se podrá llegar a Lisboa en menos de seis horas, gracias al enlace directo con la capital española.
Las previsiones más optimistas hablan de 2035 como fecha para que estas mejoras estén operativas. Aunque la conexión con Francia genera más dudas. París maneja un calendario más conservador, mientras que Bruselas insiste en acelerar los plazos y superar los obstáculos entre las fronteras. Viajar por toda Europa de forma segura y en un mismo espacio puede dejar de ser un sueño. Este proyecto podría cambiar por completo la forma en que nos movilizamos por el continente.
El costo del sueño europeo
Cumplir con este proyecto no saldrá poco. La Comisión calcula que la inversión necesaria estará cerca de los 345 000 millones de euros hasta 2040 y podría aumentar a 546 000 millones si se apuesta por trenes mucho más rápidos. La UE sabe que los fondos públicos no alcanzarán por lo que su objetivo está siendo atraer capital privado y el apoyo del Banco Europeo de Inversiones.
España está especialmente bien posicionada para captar parte de esos recursos. Actualmente tiene 700 kilómetros en construcción y otros 700 proyectados. Esto elevará su red total por encima de los 5000 kilómetros. Pero más allá del entusiasmo que esto genera, la UE reconoce que va con retraso. En 2020 se habían propuesto duplicar la red para la próxima década y tres años después solo había crecido un 17%.
El sueño de reducir los tiempos de viaje y convertir al ferrocarril en una alternativa mucho más atractiva quiere volverse realidad. Pero para ello, el reto principal será transformar todas las promesas en obras concretas. El impacto que esto puede tener no solo será técnico, sino cultural. El cambio afectará la forma de transportarnos pero también traerá variaciones en los costos y en el medio ambiente. El tren ofrecerá un viaje más limpio, con menos emisiones y sin la necesidad de combustibles fósiles.
