La investigación para comprender y determinar el origen de la vida siempre es compleja y, cuando menos, sorprendente puesto que se encuentra orientada a las reacciones fisicoquímicas que podrían haber dado como resultado compuestos que expliquen sus inicios. Pero en el transcurso de estas exploraciones muchas veces se obtienen resultados inesperados, como esta que llegó a una forma de salvar el planeta.
Una reacción química que se creía explicaba el origen de la vida
En 1861 fue descubierta la reacción de formosa, la cual consiste en el reacomodo de átomos simples de un compuesto llamado formaldehído para crear azúcares de estructuras muy complejas. Lo interesante de este proceso es que era susceptible a la autoaceleración, lo que llevó a los científicos a creer que ésta era la explicación de la aparición de las primeras moléculas ordenadas de ribosa.
Pero un equipo de investigadores adscritos a los institutos científicos Georgia Tech y Scripps Research ha demostrado que los azúcares producidos por esta reacción no son los ideales para la creación del ARN, que es un compuesto indispensable para los seres vivos. Aunque este experimento financiado por la NASA podría contribuir a la creación de otras tecnologías para salvar la vida en el planeta.
Los azúcares pueden no servir para explicar nuestro origen, pero pueden contribuir a la salvación del planeta
Si bien los azúcares que se crean con la reacción de formosa no son los correctos para la elaboración del ARN, por no tener una estructura lineal sino más bien ramificada y desordenada que es inadaptable para tener lugar en el origen de la vida, sí tiene utilidad en el área energética. Efectivamente, su particular geometría molecular es aprovechable en la producción de biocombustibles.
Los cuales son generados utilizando como materia prima, desechos orgánicos (podría complementar este que producirá España y que es mejor que el hidrógeno), los cuales contribuirían a la salvación del planeta ya que son sostenibles y libres de emisiones de gases de efecto invernadero. En este sentido, serían producidos mediante un proceso muy específico de transformación química.
Por lo que estas cadenas de azúcares pueden servir de partida para la generación de un combustible que tenga carácter renovable y amigable con el medioambiente para salvar la vida en el planeta y que posea el atributo de ser almacenado para producir electricidad y así mover motores y otros aparatos. Los biocombustibles tienen un gran efecto en la reducción del impacto ambiental causado por los combustibles fósiles.
Se ha descubierto otro proceso con una enzima que es revolucionaria para producir biocombustible
Un grupo de científicos pertenecientes al Centro Nacional de Investigación en Energía y Materiales, que se encuentra en Brasil, ha logrado sintetizar una enzima que tiene la propiedad de descomponer la celulosa. Su aplicación más inmediata, entre otras de alta tecnología, es la producción de biocombustibles a gran escala. Específicamente de etanol de segunda generación que contribuiría a salvar la vida en el planeta.
El mismo sería obtenido usando materiales provenientes de desechos de las industrias alimentarias para seres humanos y animales, entre estos se encuentran la paja del maíz y el bagazo de la caña. La enzima en cuestión fue llamada CelOCE y actúa rompiendo la celulosa para permitir que otras sustancias presentes puedan transformar los fragmentos de este elemento en azúcar adecuada para producir biocombustible.
Concluyendo, con estas bases se podrá producir biocombustibles (como los ecológicos que produce Repsol y que la OCU está analizando), por lo que son una nueva arma que ayudará a salvar el planeta. Lo curioso es que, en el caso de uno de ellos, se estaba buscando comprender el origen de la vida mediante diferentes reacciones químicas y se llegó a uno de los sustitutos de los fósiles como carburante.