Los océanos han sido, a lo largo de los siglos, una de las principales fuentes de vida del ser humano, entre otras cosas por ser un importante regulador climático. Además, representa un indispensable suministro alimentario, por lo que es necesario cuidarlo y protegerlo, al igual que su biodiversidad. Uno de los procesos que mayormente contribuye a la sobrevivencia de los mares es el de fotosíntesis que llevan a cabo las plantas y ciertos microorganismos. Pero actualmente enfrentan un grave peligro y no es mucho lo que podemos hacer.
Los océanos dependen en gran parte de los microorganismos
Los océanos contienen la mayor parte de la flora y fauna de la Tierra, la cual se mantiene gracias a un frágil equilibrio donde cada uno de estos cumple su parte. Especialmente en la cadena alimenticia, donde los microorganismos conforman el extremo de la misma donde comienza el proceso. Estos últimos comprenden las microalgas, bacterias y otras muchas clases.
Las que forman organismos más complejos como el fitoplancton, igualmente, todos ellos cumplen funciones específicas vitales actuando en los ciclos orgánicos y químicos dentro del hábitat trófico marino. Por otra parte, el mar lleva adelante un importante papel como generador de oxígeno a través del mecanismo de la fotosíntesis que tiene lugar en su interior. Por todo esto se dice que la vida en el planeta depende del agua.
El microorganismo que se encarga de la vida fuera y dentro de las grandes masas de agua está en peligro
Uno de los microorganismos que tiene gran importancia en la vida de los mares y océanos del mundo es el Prochlorococcus, del que hay grandes poblaciones y es considerado el fotosintetizador más eficiente. Sin embargo, la Universidad de Washington realizó una investigación cuyos resultados fueron publicados en la prestigiosa revista digital Nature Microbiology.
El estudio está referido a la tolerancia de esta bacteria frente a los aumentos de temperatura que ocurren en las superficies de los mares causados por el calentamiento global. La división celular de este microbio alcanza su máximo a los 28 grados, este promedio es similar al de estas criaturas marinas, las que también son vitales. Pero el caso es que, si esta sigue aumentando, al llegar a los 31 grados la tasa disminuye alrededor de tres veces.
Lo grave es que este nivel de calor ya no solo es alcanzado por las aguas del trópico sino que, de seguir el actual ritmo, se proyecta que antes del año 2100 otras zonas serán igual de cálidas. Esta situación ha tomado por sorpresa a la comunidad científica, puesto que se pensaba que el umbral de sensibilidad de esta bacteria era mucho más alto. Se creía que el nivel de abundancia había descendido por falta de nutrientes en los océanos pero es por estrés térmico.
Lo que implica este decrecimiento poblacional
Esta disminución del Prochlorococcus en los océanos provocará un serio desbarajuste en los ciclos del carbono y en la cadena alimentaria marina. Lo que es debido a que la reducción de la biomasa y pérdida productiva asociadas a esta bacteria significará una disminución en el carbono orgánico que sirve de alimento a la fauna marina y aún la terrestre. Para evitar las aguas cálidas de los océanos, es posible que se desplace a aguas más frías en altitudes altas.
Si esto es así el cambio alteraría, con consecuencias imprevisibles, los ecosistemas y la diversidad marina en su estructura más interna. Otros estudios han dicho que la cianobacteria Synechococcus podría ocupar, por lo menos en parte, el lugar dejado por Prochlorococcus en mares cálidos. Pero se tiene la incertidumbre sobre si los animales más grandes adquirirán los mismos nutrientes que los aportados por esta bacteria desde hace millones de años.
Como conclusión, se ha detectado que el calentamiento global está poniendo en peligro la sobrevivencia de este microorganismo que permite la vida en los océanos. Esta situación es muy grave, ya que afecta la red alimentaria, que trae consecuencias tan graves como el derretimiento de los glaciares en Groenlandia. Además, podrían desplazarse hasta aguas con temperaturas más frías en latitudes más altas, con efectos que son impredecibles, por lo que no podemos hacer mucho. Este caso ha sorprendido a los expertos, ya que se tenía la creencia de que su nivel de agotamiento térmico ocurría a temperaturas mucho más cálidas.