El cometa interestelar 3I/ATLAS muestra un chorro periódico y revela que su núcleo gira como un reloj cósmico

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Publicado el: 25 de diciembre de 2025 a las 20:42
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Imagen del cometa interestelar 3I ATLAS con procesado que resalta un chorro de material en la coma observado desde Tenerife

El Two meter Twin Telescope del Teide detecta por primera vez un jet oscilante en un visitante de fuera del Sistema Solar y abre una vía para comparar su actividad con la de cometas conocidos.

El cometa interestelar 3I/ATLAS, el tercero confirmado que atraviesa el Sistema Solar, está dejando algo más que una estampa fugaz. Un equipo que observa desde el Observatorio del Teide ha identificado un chorro estrecho de gas y polvo que aparece modulado de forma periódica, un patrón que ha permitido acotar la rotación del núcleo entre 14 y 17 horas. La señal se registró en una campaña de 37 noches entre julio y septiembre de 2025 y se ha convertido en la primera evidencia de actividad localizada y repetitiva en un cometa de origen interestelar.

La detección se apoya en imágenes del Two meter Twin Telescope (TTT), operado por Light Bridges en colaboración con el Instituto de Astrofísica de Canarias. El equipo aplicó técnicas de procesado para realzar la coma interna y separar estructuras de baja intensidad, con un resultado claro. Del lado iluminado por el Sol emerge un jet fino y persistente, distinto de la cola de polvo que se proyecta en sentido antisolar, con un comportamiento que cambia de forma regular a medida que el núcleo gira.

El dato de la rotación no es un detalle accesorio. En los cometas, la actividad depende de cómo el calor solar activa regiones concretas del núcleo, donde los hielos subliman y arrastran polvo. Si un chorro nace cerca de un polo, su variación aparente puede ser más suave, si lo hace en latitudes medias el “vaivén” se vuelve más evidente. El estudio del TTT sitúa el periodo entre 14 y 17 horas y otros análisis lo colocan cerca de 15 horas y media, una coherencia que refuerza la idea de un núcleo relativamente estable y de una fuente activa localizada.

Las imágenes también han permitido distinguir un fenómeno que ayuda a entender la morfología del objeto. El cometa muestra una estructura estrecha hacia la región iluminada, mientras la cola de polvo se extiende en dirección opuesta al Sol. Este tipo de configuración se ha descrito en ocasiones como un “anti-tail”, la llamada cola hacia el Sol (o cola antisolar proyectada) que no contradice la física del viento solar, sino que refleja el ángulo desde el que observamos el plano orbital y la distribución de partículas.

La clave aquí es geométrica. A medida que el objeto cambia su ángulo de observación, la cola puede parecer apuntar hacia el Sol aunque el empuje de la radiación siga operando en sentido contrario.

El interés se multiplica porque 3I/ATLAS llegó con una trayectoria hiperbólica (no está ligado gravitacionalmente a nuestra estrella) y ya se aleja de nuevo hacia el espacio interestelar. 3I/ATLAS fue reportado por primera vez el 1 de julio de 2025 por el sistema ATLAS en Chile y comunicado al Minor Planet Center.

Desde entonces, la NASA y otros observatorios han seguido su trayectoria hiperbólica, con observaciones de múltiples misiones (entre ellas Hubble y Webb) para estimar tamaño y propiedades físicas. El paso cercano a la Tierra se produjo el 19 de diciembre de 2025, a una distancia de unos 270 millones de kilómetros, sin que haya supuesto riesgo alguno.

A pesar de su procedencia exterior, el cometa está resultando “sorprendentemente normal”. No hay en su fotometría, en su coma o en su evolución de polvo y gas nada que obligue a invocar comportamientos exóticos. En ciencia planetaria esa normalidad es oro, porque reduce las hipótesis exóticas y centra la discusión en procesos medibles. La comparación con 1I ‘Oumuamua y 2I Borisov, los dos visitantes anteriores, permite afinar los modelos sobre cómo se forman y se expulsan cuerpos helados en otros sistemas estelares.

La lectura que hace más valioso este episodio es comparativa. Medir una rotación de apenas unas horas, observar un jet que “baila” con periodicidad y separar su firma de la cola antisolar no es un alarde estético. Es una ventana a la física de un núcleo que probablemente pasó miles de millones de años en frío interestelar antes de recibir, por primera vez en mucho tiempo, una dosis intensa de radiación solar.

En el futuro, telescopios más sensibles y campañas coordinadas podrán tratar a estos objetos como laboratorios naturales. Cada chorro, cada curva en la coma y cada cambio de brillo es, en realidad, una pista sobre cómo funcionan los sistemas planetarios fuera del nuestro.

El comunicado oficial ha sido publicado en el Instituto de Astrofísica de Canarias.


Adrian Villellas

Adrián Villellas es ingeniero informático y emprendedor en marketing digital y ad tech. Ha liderado proyectos de analítica, publicidad sostenible y nuevas soluciones de audiencia. Colabora además en iniciativas científicas ligadas a la astronomía y la observación espacial. Publica en medios de ciencia, tecnología y medioambiente, donde acerca temas complejos y avances innovadores a un público amplio.

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