La contaminación es un problema que afecta gravemente a todo el planeta, en unos lugares más que en otros, pero sin duda es algo que hay que tener muy en cuenta para contribuir a reducir en la medida de lo posible, sólo así conseguiremos que el planeta mejore. Te contamos cuál es el último intento desesperado para protegernos de la contaminación, nada menos que la construcción de casas bajo invernaderos, una ideaza a la que todos acabaremos sucumbiendo por sus grandes beneficios.
La contaminación en el mundo
La contaminación del aire ambiental es uno de los mayores problemas a nivel mundial, tanto que los datos oficiales dicen que en el año 2019 cerca del 90% de la población mundial estuvo expuesta a concentraciones medias anuales de contaminación por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), datos que sin duda resulta alarmantes ya que el problema no deja de estar ahí, al contrario, cada día es mayor.
Todos los sectores industriales, y todas las personas, deben contribuir en la medida de lo posible para reducir esta contaminación, ya que es lo único que salvará tanto al planeta como a las personas que viven en él.
Casas debajo de invernaderos para evitar la contaminación
En el caso de España se dan situaciones como que Andalucía genera más de 8 millones de toneladas de residuos vegetales al año, en su gran mayoría de actividades agrícolas, siendo 2 de esos millones generados en la provincia de Almería. Tan dramática es la situación en esta zona que los horticultores almerienses llevan años trabajando en la forma de mejorar sus líneas de reciclado y posterior procesamiento de los restos vegetales, y actualmente parece que están encontrando un mundo de posibilidades para ello.
Una almeriense de padres agricultores trabaja sin descanso en la Universidad de Granada para encontrar nuevas formas de reutilizar los residuos vegetales y poder convertirlos en materiales para la construcción, un proyecto de investigación que permite aplicar medidas preventivas para minimizar el impacto ambiental y la contaminación, especialmente en zonas en las que la agricultura es intensiva. Si este proyecto sale bien, incluso se reducirán los daños a la flora y la fauna en las regiones más afectadas.
Ana Cervilla, que así se llama esta investigadora, explica que “Cuando comenzamos a investigar, lo primero que hicimos fueron entrevistas con los encargados de las plantas de reciclaje de la zona de El Ejido y Balanegra. Estuvimos hablando de las problemáticas de los residuos y cuáles eran más difícilmente reciclables. De ahí sacamos la idea de empezar a trabajar con los residuos vegetales y la rafia de polipropileno para incorporarlos en la tierra. El Departamento de Construcciones Arquitectónicas donde trabajo lleva más de 20 años investigando con la tierra y desarrollaron la patente de tierra proyectada. Esta técnica ha sido la utilizada para incorporar los residuos vegetales y la rafia de polipropileno”.
Una de las principales aplicaciones en las que trabaja Cervilla es en la generación de nuevos materiales para lograr la proyección de tierra en el exterior, lo que podría incluso desembocar en construir viviendas debajo de invernaderos o cultivos: “Los resultados están siendo positivos, consiguiendo resistencias parecidas a las de los bloques de tierra compactada y dentro de los márgenes que establece la normativa actual de la Unión Europea. Por lo que conocemos nunca antes se había incluido este tipo de residuo en materiales de construcción. Es verdad que desde hace mucho tiempo se ha construido usando fibras vegetales como bambú, cáñamo o paja en el adobe, pero con los residuos vegetales y más aun incluyéndole la rafia no es común reutilizar este material. Nosotros creemos que es fundamental y así evitaría el acopio de ese material en vertedero y la destrucción mediante quema de ese producto que luego no puede fabricarse como compost”.
Ana Cervilla ha estado vinculada con el sector hortofrutícola desde pequeña, motivo por el que lo conoce a la perfección y quiere contribuir a su mejora: “Yo viví en El Ejido desde los 5 años (antes vivía en Albuñol, Granada) cuando mis padres compraron un invernadero y desde pequeña siempre he estado en relación con la agricultura. Como sabéis, los que hemos crecido aquí y tenido contacto con la agricultura, diferenciamos cada tipo de residuo a simple vista, sabemos la técnica y el procedimiento de cultivo”.
Habrá que ver si este proyecto da resultado, las pruebas son esperanzadoras, así que quién sabe si en el futuro viviremos en una especie de búnker bajo tierra fertilizada con restos vegetales que formen parte también de los materiales de construcción. Si así se evita la contaminación, bienvenido sea el proyecto.













