Aunque China pareciera inclinarse hacia las energías renovables y se erige como líder en este sector la realidad puede ser otra, existiendo indicios de que avanza en otra dirección, tal como lo demuestra la estela que va dejando atrás y que dan la impresión de que está engañando al mundo.
He ahí la diatriba: La intermitencia de las renovables o la interrupción del suministro
Las crisis energéticas que se han producido en los últimos años, principalmente debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, han dejado en claro que depender de combustibles fósiles, petróleo y gas, para producir la energía necesaria puede representar una vulnerabilidad para algunos países.
La situación descrita podría ser el caso de la producción energética China, quien pese a contar con depósitos de estos combustibles, requiere importar buena parte de los volúmenes necesarios, situación que la han hecho debatirse entre las energías limpias, las renovables y las de emisión carbónica.
De modo que aun cuando se afianza como líder entre las naciones que producen la mayor cantidad de energías renovables, igualmente no deja de invertir en la instalación de plantas eléctricas movidas por estos combustibles fósiles, dejando una estela de gas detrás de sí.
Evidencia de ello es que el año pasado en China hubo una mayor capacidad de producción energética derivada del gas, superando al resto de países con la suma de 19,5 GW, aunque la generada por carbón sigue siendo mayor con 30,5 GW y mucho más son las 355 GW provenientes de las energías renovables.
Es más barata la energía negra que todavía se está produciendo en China
De acuerdo con cifras de Global Energy Monitor (GEM), aun cuando la capacidad energética gasífera se encuentra por debajo de la producida mediante carbón y las renovables, se trata de una importante incorporación a la matriz de energía del gigante asiático.
Por otro lado, la generación energética a gas de China es baja en comparación con la de Estados Unidos, pues apenas es del 3,2% de su capacidad de energía total, mientras que la de la primera potencia mundial alcanza un 43%, datos que reflejan una menor tendencia o inclinación hacia esta forma de energía por parte del país oriental.
Es interesante notar que el uso de gas para producir energía se ha expandido en la potencia asiática, siendo percibida como un plan más peligroso la salida intermedia entre la producción derivada del carbón, con una alta contaminación y las renovables de cero emisión aunque intermitentes.
Sin embargo, existe controversia sobre la incorporación de una mayor cantidad de energía producida por gas pues aunque se estima que las turbinas de ciclo combinado son más eficientes, está el detalle de la falta de flexibilidad operativa, originándose problemas de:
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- Altos costes de operación
- Necesidad de subsidios
- Limitaciones tecnológicas
Para el gigante asiático, una es de gas, y la otra no es de arena sino de carbón
El asunto es que el coloso de Asia tiene una importante producción del gas que consume, sin embargo, requiere importar el 40% de la demanda gasífera, lo cual le ocasiona problemas como cuando se produjo en 2017 la crisis de los calentadores, lo que termina inclinando la balanza hacia el carbón.
Bajo estas circunstancias económicas la electricidad que actualmente es producida en China empleando combustible gas asciende a 30-40 dólares MW/h más que el precio establecido para la energía producida con carbón, necesitando por ello una política de subsidio permanente.
Debido a la crisis energética en 2022 que provocó la guerra Rusia – Ucrania en China, particularmente, en Guangdong, se ampliaron las instalaciones gasíferas, aunque incluso también se ha dado permiso para el establecimiento de nuevas plantas operadas con carbón.
Igualmente, en la provincia de Sichuan, donde se encuentran grandes depósitos de gas, la crisis hidroeléctrica suscitada en 2021 incentivó el desarrollo de instalaciones gasíferas de energía, aunque manteniendo el plan de exportación de este combustible a otras provincias.
En conclusión, con su estrategia y política energética China pareciera que pretendiera engañar al mundo mostrando interés por liderar el sector de las energías renovables mientras deja una estela de gas con el que funcionan sus nuevas plantas de electricidad, sin embargo, solo es una muestra del pragmatismo chino.