Algo está cambiando en el mundo de la energía. Los países dejaron de competir por barriles de petróleo y comenzaron a hacerlo por ideas, tecnología y la capacidad de generar energía limpia. La carrera por un nuevo modelo energético está en marcha y parece ser, que nadie quiere quedarse atrás. España, poco a poco, empieza a hacerse notar. Aprovechando sus grandes recursos como lo son el sol y el viento, el país está apostando por ser un competidor en la carrera por la energía verde.
La transición energética ya es una realidad
La transición energética es un proceso que que actualmente ya está cambiando industrias, mercados y alianzas internacionales. Las energías renovables, que por muchísimo tiempo se vieron solo como una alternativa complementaria, ahora están ganando cada vez más terreno frente al petróleo, el gas y el carbón.
Hay diversos factores que hicieron posible este cambio. Por un lado, la creciente presión del cambio climático y por el otro, los avances tecnológicos que hacen que producir energía limpia sea cada vez más fácil. En este mundo cambiante, cada nación busca su propio camino. En menos de una década, España pasó de hablar de la transición energética a impulsarla. Las iniciativas se multiplicaron, las administraciones locales apoyaron el cambio y las empresas comenzaron a explorar un sector que promete transformar la economía.
España quiere tomar la delantera
España se metió de lleno en la carrera del hidrógeno verde. Esto se debe a que lo ve como una pieza clave para su futuro energético. Y no es para menos, la Asociación Española del Hidrógeno confirmó que ya son casi 400 los proyectos sobre la mesa. Así queda demostrado que el país va en serio. El avance es tan rápido que esperan alcanzar los 13,3 GW de capacidad para 2030. Esta cifra, deja atrás los objetivos pautados y los supera enormemente. Está claro que España no solo quiere cumplir el expediente, sino que aspira a estar a la cabeza en la producción de energía.
Las inversiones superan los 33 000 millones de euros, con unos 2800 millones de fondos públicos y el resto aportado por empresas privadas. Sin embargo, este avance también enfrenta sus obstáculos. Problemas de conexión de red, trámites lentos y falta de demanda asegurada que garantice la rentabilidad de los proyectos son factores que se deberán tener en cuenta.
El futuro que quiere escribir España
Si logra superar todas las barreras, el país podría vivir una transformación nunca antes vista. España producirá su propia energía y también podrá, en un futuro, exportarla al resto del continente. Esto significa un nuevo comienzo en relación a la autonomía energética. Además, este tipo de proyectos atraen inversión industrial y generan miles de empleos en regiones.
Los expertos afirman que el principal reto está en lograr una buena coordinación. Es necesario crear una estrategia clara para conectar la producción con el consumo, garantizar redes estables y dar seguridad a los inversores. El impulso está. Solo falta convertirlo en resultados realmente visibles. Cada paso es importante y España tiene una oportunidad única para convertirse en un referente global de las energías limpias. El camino no será fácil, pero si se logran superar los posibles problemas se podría convertir en una realidad.
La carrera por la energía del futuro ya comenzó. España quiere estar entre los primeros puestos apostando a diversos proyectos que ya están en marcha. Miles de millones en inversión y una visión a largo plazo son las bases de una nueva economía. La transición energética es mucho más que un cambio tecnológico. Es una apuesta por un modelo más sostenible. Los objetivos son claros, pero el país debe apostar para poder cumplirlos.
