Un estudio ha realizado importantes hallazgos sobre una realidad que resulta muy incómoda y es el hecho de que muchas personas han estado bebiendo literalmente cultivos de bacterias fecales ¿Cómo ha pasado esto? Todo tiene que ver con un par de prácticas cotidianas que se han hecho tan comunes que hoy en día es prácticamente un hábito consuetudinario. Estos comportamientos habían sido considerados hasta ahora como económicos y ecológicos, pero ya empiezan a catalogarse altamente riesgosos. Aquí analizamos los resultados de esta investigación que muestra un claro y latente riesgo de salud.
Para sustituir este material contaminante primero hay que atiborrarse de bacterias fecales
El plástico es un material que representa al mundo contemporáneo porque surge en pleno siglo XX y es de amplia utilidad, sin embargo, también es visto como un elemento altamente contaminante. De allí que se plantee la sustitución de este componente en muchos productos por diversos medios.
Una manera no de sustitución del plástico sino de la reducción de su uso es con el uso de botellas reutilizables. No obstante, un estudio realizado por la Universidad de Purdue ha confirmado que estos envases representan un peligro inminente porque contienen algo oculto.
El riesgo de estas botellas de plástico obedece a los cultivos de microorganismos en su interior. Específicamente, estos envases se constituyen en caldo de cultivo para las bacterias estreptocócicas y fecales. El plástico ha transformado el mundo desde el siglo XX, pero su impacto ambiental ha provocado que millones de personas busquen alternativas más sostenibles.
Reutilizar botellas no es malo, pero es pésimo no realizar una limpieza adecuada de estos envases
En la investigación fueron analizadas 90 botellas plásticas reutilizables que fueron recolectadas en ambientes estudiantiles. Se evaluó el exterior mediante pruebas ATP y se midieron las bacterias por mililitro en su interior. Los microorganismos encontrados en el análisis no constituyen un peligro por sí mismos, pero si representan una alerta alusiva a la contaminación fecal o mala higiene.
El análisis de los resultados obtenidos arrojó que reutilizar botellas de plástico que contaminan el medio ambiente siempre será una excelente práctica, pero el problema es no realizar una limpieza adecuada de estos envases, porque permite la presencia de colonias de bacterias que pueden crecer de manera inadvertida.
En el 60% de las botellas analizadas fue encontrada una concentración de microorganismos de 500 UFC/mL, una cantidad que supera los límites permisibles en el agua potable y ampliamente los estándares de salubridad mínimos establecidos en la mayoría de países.
Los microorganismos en estos envases disfrutan de una película viva con un final que casi nunca llega
Los resultados confirmaron que el contacto reiterado de la botella con las manos, grifos, escritorios o las mochilas hace del envase un imán para microbios. El crecimiento de las bacterias en estos envases plásticos reutilizables responde a una combinación de tres factores:
- Humedad
- Nutrientes
- Tiempo
La humedad obedece al mismo uso del recipiente, en tanto que los nutrientes corresponden a residuos de bebidas, por ejemplo, refrescos, los cuales aportan azúcares, proteínas y grasas favorecedoras de la generación de una biopelícula. Con el tiempo este contenido en el envase se transformará en colonias de microorganismos que se multiplicarán.
Esta biopelículas no desaparece con la simple acción de enjuagado ni con el uso de máquinas de limpieza. De hecho, es posible que el lavavajillas deje zonas críticas sin limpiar, siendo el lugar ideal para estructuras bacterianas resistentes y adherentes a las paredes internas.
En conclusión, las botellas que no son lavadas a conciencia se convierten en el hogar perfecto para millones de bacterias que sobreviven y se multiplican en un ambiente idealmente acondicionado. El estudio sugiere que la clave está en la frecuencia y la calidad del lavado. Enjuagar rápidamente la botella para reutilizarla no es suficiente, es necesario desmontarla en su totalidad, emplear cepillos adecuados para acceder a las zonas más recónditas del envase y comprender que los detergentes no son solo un asunto de limpieza, sino que estos deben ser capaces de acabar con la biopelícula.