Los científicos no dan crédito: revisan los relojes atómicos y comprueba que la Tierra está girando más rápido

Imagen autor
Por HoyECO
Publicado el: 23 de diciembre de 2025 a las 06:45
Síguenos
Vista del planeta Tierra desde el espacio con océanos, nubes y continentes visibles

La Tierra no gira con un cronómetro perfecto. Su rotación fluctúa de forma constante por un juego de fuerzas que van desde la atracción de la Luna hasta los vaivenes de la atmósfera, los océanos y las entrañas del planeta. Lo llamativo es que, en los últimos años, la tendencia medida por los servicios internacionales de tiempo y geodesia apunta a días ligeramente más cortos de lo esperado, un cambio mínimo para la vida cotidiana, pero relevante para el ecosistema de relojes atómicos, satélites y redes informáticas que sostienen la hora oficial.

En términos prácticos, el fenómeno se expresa como una reducción de la duración del día (la llamada longitud del día) del orden de milésimas de segundo respecto al estándar de 86.400 segundos. Roland Pail, geofísico de la Universidad Técnica de Múnich, lo resume con una idea sencilla, pues la física de largo plazo sugiere que la Tierra debería ir frenándose, pero los datos recientes apuntan a un comportamiento inverso que encaja mejor con causas internas y de difícil modelización.

Por qué se esperaba lo contrario

La desaceleración secular es, en esencia, un asunto de mareas. La interacción gravitatoria con la Luna actúa como un freno y, a escala geológica, ha ido alargando los días. A esa señal de fondo se le superponen variaciones más rápidas. En la última década, además, muchos científicos esperaban que el deshielo redistribuyera masa desde los polos hacia latitudes más bajas, un efecto que tiende a ralentizar la rotación, de forma análoga a una patinadora que extiende los brazos y reduce su velocidad de giro.

Que la Tierra esté recortando milésimas en algunos periodos no invalida esa película a largo plazo, pero sí obliga a explicar qué está compensando o superando, al menos temporalmente, esos frenos conocidos.

El principal sospechoso está bajo nuestros pies

La hipótesis que más se repite en la literatura divulgativa reciente es la desincronización entre capas internas, con el manto y el núcleo intercambiando momento angular de forma que, en ciertos intervalos, el conjunto acelera ligeramente su rotación observable. El propio Pail lo plantea como una explicación plausible dentro de un problema mayor: el interior terrestre es un sistema complejo, con señales que son difíciles de aislar y aún más difíciles de proyectar a futuro con precisión.

A ese cuadro se añaden contribuciones de la atmósfera y los océanos, que pueden empujar la longitud del día en uno u otro sentido a escalas estacionales e interanuales. El resultado es un registro que no es una línea recta, sino una suma de tendencias y oscilaciones.

El detalle que sí importa a la tecnología

Para un ciudadano, que el planeta tarde una fracción ínfima menos en completar una vuelta es imperceptible. Para la ingeniería del tiempo, no lo es. La hora civil global se apoya en el Tiempo Universal Coordinado (UTC), que se mantiene cercano al tiempo astronómico ligado a la rotación (UT1) mediante ajustes puntuales llamados segundos intercalares.

La última corrección de este tipo se introdujo a finales de 2016 y, según el anuncio oficial del Observatorio Naval de Estados Unidos, no se añadirá ningún segundo intercalar al final de diciembre de 2025. En paralelo, el centro de parámetros de orientación de la Tierra asociado al IERS mantiene en su información pública que no hay programado un próximo segundo intercalar y recuerda que el último fue el de diciembre de 2016.

Lo que ha devuelto el asunto a la primera línea no es solo la aceleración reciente, sino la discusión sobre una posibilidad inédita: un segundo intercalar negativo (restar un segundo). En 2022, la Conferencia General de Pesas y Medidas recogió expresamente el riesgo tecnológico asociado a las discontinuidades del sistema actual y citó, entre otros motivos, que la rotación observada podría exigir por primera vez un ajuste negativo, algo “nunca previsto ni probado” en sistemas a gran escala.

La dimensión política y técnica de ese debate es clara en la misma resolución, que apunta a las tensiones que generan las inserciones de segundos intercalares en infraestructuras críticas y fija el objetivo de modificar el marco de tolerancia entre UTC y UT1 en o antes de 2035 para garantizar continuidad durante décadas. La Unión Internacional de Telecomunicaciones ha explicado el sentido de esa decisión en un texto divulgativo sobre el futuro del UTC.

La nota al pie climática

El clima no desaparece de la ecuación, pero su papel puede ir en dirección opuesta al titular. Un trabajo citado por prensa económica internacional ha subrayado que el deshielo polar tiende a frenar la rotación al redistribuir masa y, por tanto, puede retrasar la necesidad de ajustes más drásticos en el tiempo oficial, incluso si persisten señales de aceleración ligadas a dinámicas internas.

En otras palabras, el reloj planetario está recibiendo empujones en sentidos distintos. Y la cuestión operativa para los reguladores del tiempo no es solo qué ocurre hoy, sino cómo se gestiona la incertidumbre sin exponer a fallos a redes de telecomunicaciones, sincronización satelital y sistemas informáticos que asumen una continuidad temporal sin saltos extraños.


HoyECO

Equipo editorial de ECOticias.com (El Periódico Verde), integrado por periodistas especializados en información ambiental: naturaleza y biodiversidad, energías renovables, emisiones de CO₂, cambio climático, sostenibilidad, gestión de residuos y reciclaje, alimentación ecológica y hábitos de vida saludable.

Deja un comentario