Resulta sorprendente que hasta los coches eléctricos pueden ser altamente contaminantes del ambiente porque todos los vehículos son capaces de verter poderosas sustancias tóxicas a las aguas y al aire. Veamos cómo se producen estos compuestos y la forma en que llegan al entorno circundante afectando tu salud y la existencia de otras especies.
Hasta los coches eléctricos pueden envenenar con algo más que microplásticos el aire respirado
Son bien conocidas las causas de la contaminación ambiental producida por la emisión de gases de efecto invernadero, atribuyéndose principalmente a la combustión de fósiles que se produce a diario por el funcionamiento de millones de coches en todo el mundo.
De allí que se promueva la sustitución de los coches contaminantes por aquellos con reducida huella de carbono, sin embargo, un reciente informe científico alerta sobre la posibilidad de que igualmente se produzca contaminación ambiental debido a otras causas e independientemente del tipo de vehículo.
De hecho, ¿Sabías que cada vez que frenas tu coche se produce la liberación de partículas tóxicas que generan contaminación ambiental y nefastas consecuencias para tu salud y las demás especies que se encuentran en el entorno? No se trata de los microplásticos desprendidos sino de algo mucho más grave.
El desgaste de un neumático produce la expulsión de metales pesados y aditivos que representan más de 2400 compuestos tóxicos para muchas especies acuáticas, así como las pastillas de freno emiten miles de toneladas de partículas finas que pueden ingresar al sistema respiratorio.
Un poderoso veneno que llega lejos llevado por el viento y la lluvia en la carretera
Los microplásticos que son arrastrados por la lluvia hasta los cursos de agua proceden en un 45% de los neumáticos de los coches y contienen entre 50-90% de componentes tóxicos, planteando un grave riesgo de contaminación de las aguas, el suelo y la atmósfera del entorno circundante.
Estas partículas de desgaste de los neumáticos se producen durante la conducción mediante la abrasión mecánica ocasionada generalmente al frenar y estas van acompañadas de muchos componentes químicos y metales pesados en los ríos, llegando a representar concentraciones de 0.00001 hasta 10 000 miligramos por litro.
Los efectos sobre los organismos acuáticos de estos compuestos tóxicos provenientes del desgaste de los neumáticos han sido examinados por el Instituto Leibniz de Ecología de Agua Dulce y Pesca Continental (IGB), entre otros, y los resultados han sido publicados en el Journal of Environmental Management.
Increíble: Cada vez que pisas el freno hasta los peces sienten el impacto
Anualmente las frenadas de coches terminan enviando millones de partículas con miles de componentes al ambiente, sobre todo a los ecosistemas acuáticos movilizados por la lluvia y el viento, y de los que llegan a desprenderse sustancias de alta toxicidad, tales como:
- Metales pesados (cadmio, plomo y zinc)
- Aditivos (ftalato de dibutilo y 6‑PPD)
Es de resaltar que un compuesto como el 6-PPD cuando reacciona con ozono se transforma en 6‑PPD‑quinona, incrementándose de manera alarmante su toxicidad, al punto de ser la principal causa de muerte de miles de ejemplares de salmón en algunas regiones estadounidenses.
Por consiguiente, no son los microplásticos los que representan el principal factor a atender cuando se trata de evaluar la contaminación generada por los neumáticos cuando se desgastan sino los componentes tóxicos que normalmente acompañan a los microplásticos desprendidos.
En conclusión, cada vez que conducimos envenenamos el agua y el aire, Incluso si se trata de coches eléctricos, porque aunque se trate del neumático más futurista de la historia, el rodamiento y el frenado produce un desgaste estructural del mismo y de las pastillas de freno, liberando poderosas toxinas que luego son arrastradas por el viento y la lluvia.