Un buque oceanográfico de Francia realiza una exploración en el mar frente a las costas de España y sus posibles resultados mantienen en vilo a la comunidad internacional porque los objetos estudiados son reconocidos por los expertos como potencialmente peligrosos para los ecosistemas y la salud de las personas.
Los países están pendientes de los resultados de esta evaluación tan profunda del mar
Hasta 1990 los océanos en su vasta extensión eran considerados como los lugares más seguros para contener ciertos elementos considerados como de alto riesgo, una práctica que se interrumpió visto el peligro que representaba las zonas convertidas en depósitos de estos residuos.
La práctica de desechar estos peligrosos residuos en los océanos que se inició en 1946 se interrumpió en vista de que estos desechos podían constituirse en un factor de envenenamiento del ecosistema marino si los envases herméticamente cerrados que los contenían eran abiertos por la presión de las aguas a esa profundidad.
Por eso ahora se está tratando de localizar a más de 4 mil metros en el fondo del océano y a más de medio kilómetro de la costa francesa de Nantes unos 200 000 bidones sellados con hormigón que contienen residuos radiactivos, siendo hundidos allí por varios países de Europa entre los años 1946 y 1990 .
Meses atrás se publicó la noticia de la organización de una expedición con el propósito de estudiar el estado en que se encuentran estos contenedores hundidos en el Océano Atlántico, un proyecto donde participan varios organismos nacionales e internacionales entre los que se encuentran:
- Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS)
- Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer)
- Autoridad de Seguridad Nuclear y de Radioprotección (ASNR)
La misión llamada NODSSUM consta de varias fases, empezando la primera el 15 de junio y su propósito es elaborar una cartografía de la zona donde se encuentran sumergidos los barriles, lo cual comprende una extensión del lecho marino de aproximadamente 6000 km2.
Los franceses tienen un mes haciendo un mapa para encontrar estos objetos peligrosos
La cartografía se está elaborando con los datos obtenidos de sonares de alta resolución además de los proporcionados por un vehículo robotizado sumergible denominado UlyX que puede descender hasta una profundidad de 4 mil metros, teniendo previsto hacerlo como parte de una segunda fase.
No son los únicos bidones con desechos radiactivos que se encuentran en este océano, pues el mismo se convirtió luego de la Segunda Guerra Mundial y hasta hace un poco más de un par de décadas en el lugar de depósito de estos peligrosos residuos nucleares.
Para localizar estos contenedores también se está empleando el L’Atalante, un buque oceanográfico de nacionalidad francesa, equipado con los instrumentos necesarios para ubicar el sitio de inmersión y detectar si los bidones han sido objeto de algún impacto que pueda haber dejado al descubierto su contenido.
La misión exploratoria durante los primeros días de labores ha podido dar con la ubicación de al menos 1000 de estos contenedores sellados con betún y han podido cartografiar su localización, aunque todavía no se tiene conocimiento de las imágenes del sitio y los barriles.
Hay miles de contenedores por localizar en menos de un mes y revisar si han sido abiertos
Ubicado en aguas internacionales a casi 650 km de la costa gallega el L’Atalante ha podido localizar estos barriles durante una semana pero se espera que pueda localizar los miles restantes en menos de un mes y que estarían sumergidos entre los 3 y 5 mil metros.
- Partes metálicas contaminadas
- Resinas de intercambio catiónico
- Equipamiento de oficina.
Aunque se estima que la radiactividad de estos objetivos ha disminuido significativamente luego de haber pasado varios años sumergidos en las aguas oceánicas, los expertos sostienen la posibilidad de que algunas de estas piezas pueden contener cierta cantidad de radiación
En conclusión, a través de las labores de exploración que el buque oceanográfico de Francia realiza frente a las costas de España se podrá dilucidar si esta radiactividad no ha sido contenida y el fondo del mar ha sido envenenado, mientras tanto la comunidad internacional se encuentra en vilo porque no ha sido este océano el único cementerio de desechos nucleares.