El buque oceanográfico francés L’Atalante llegó recientemente a la zona de vertido de bidones radiactivos que se pretende inspeccionar. Después de realizar pruebas técnicas para comprobar el estado de los equipos, especialmente el funcionamiento del robot submarino Uly X, la misión científica francesa bautizada como Nodssum inició las operaciones para localizar y mapear los bidones arrojados en esta zona del Atlántico nordeste, a unos mil kilómetros de la costa gallega, principalmente durante la década de los setenta del siglo pasado, por países como Reino Unido, Holanda, Bélgica y Suiza.
Este es uno de los aspectos principales de la expedición que pretende analizar el impacto de los residuos radiactivos en la llanura abisal atlántica, donde se depositaron, en distintos emplazamientos, más de 220.000 bidones con material radiactivo entre 1950 y 1990, sin que en los últimos veinte años se analizara sus repercusiones en el medio marino.
En cualquier caso, esta campaña científica profundizará más que las iniciativas anteriores, que en muchos casos se limitaron a la extracción y análisis de muestras superficiales. En realidad la última misión homologable fue en 1988.
Vertido sistemático de bidones con residuos radiactivos en la fosa atlántica
Greenpeace reclama a la Unión Europea y al Gobierno español que asuman las investigaciones para determinar el estado de los 220.000 bidones con residuos radiactivos que hay en la fosa atlántica, a 700 kilómetros de las costas gallegas y la posible contaminación generada.
A raíz de los estudios del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (Centre national de la recherche scientifique) a bordo del buque oceanográfico L’Atalante, que ha sacado a la luz 1.000 bidones, una parte ínfima de estos bidones radiactivos presentes en la fosa atlántica, frente a las costas gallegas, la ONG ha reclamado que tanto la Unión Europea como el Gobierno español asuman la investigación que determine el estado del punto con mayor cantidad de residuos radiactivos del planeta.
Entre las décadas de los cuarenta y los ochenta del siglo pasado, buques holandeses, belgas y británicos descargaron desechos radiactivos en la fosa atlántica. No fue hasta 1982 cuando el buque Sirius de la organización ecologista, junto a barcos gallegos, se enfrentaron a buques holandeses para que detuvieran sus descargas. Se calcula que la industria vertió 142.000 toneladas de basura nuclear. A su vuelta, 10.000 personas recibieron al Sirius en el puerto de Vigo.
Esta acción fue la primera acción pacífica de la ONG, aunque legalmente no estaba establecida como organización en ese momento. La acción marcó un hito importante, siendo una de las simientes que originó su fundación en 1984.
Tras la acción, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, el Gobierno holandés anunció la interrupción de los vertidos nucleares al mar. Diez años más tarde, en 1992, se firmó el Convenio para la protección del medio ambiente marino del Atlántico nordeste, prohibiendo el desecho de los residuos nucleares de baja y media intensidad. Un año después, el Convenio de Londres de la Organización Marítima Internacional vetó cualquier vertido radiactivo al mar.
Fueron grandes logros que no ponen solución a la cantidad ingente de residuos nucleares que se vertieron en la fosa atlántica. La expedición científica francesa ha puesto de manifiesto que la radiación sigue contaminando el mar. La renuncia de la Unión Europea a investigar la situación actual, lo que ha llevado a Francia a realizarla por su parte, pone de manifiesto la peligrosidad de la basura nuclear. ECOticias.com