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Para convertirnos en una especie interplanetaria se debe pagar un alto precio: Sacrificar el nuestro

Por Skarlett S.
31 de octubre de 2025
en Actualidad
especie interplanetaria

Fuente: NASA

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La carrera por el espacio ya no es algo del pasado. Cada semana nuevas empresas anuncian lanzamientos para exploración lunar, turismo espacial, entre otras… la carrera por el espacio avanza a la velocidad de la luz, liderada por gigantes privados y estatales. Pero mientras miramos hacia arriba celebrando estos logros, no nos damos cuenta que algo crítico está ocurriendo en nuestro planeta justo encima de nuestras cabezas, pero ¿De qué se trata? Quédate para descubrirlo.

Los cohetes nunca han sido solo juguetes

Un equipo internacional de científicos no celebra del todo estas puestas en órbita y advierten que los lanzamientos espaciales dañan la capa de ozono. En 2019 hubieron 97 lanzamientos, pero cinco años después la cifra alcanzó 258, un aumento exponencial y las proyecciones solo muestran datos más agresivos.

Cada despegue representa un espectáculo visual impresionante, que tiene a las personas expectantes desde la tierra, admirando cada detalle de la ciencia… pero no todo lo que brilla es oro, está el lado negativo, ya que deja una huella química invisible en la atmósfera y ese remanente se está acumulando más rápido de lo que los científicos esperaban.

Desde hace décadas los científicos tratan de recuperar la capa de ozono, que fue contaminada por los CFCs de los aerosoles y refrigerantes, mediante protocolos adquiridos por la mayoría de los países. Fue un triunfo ambiental histórico pero ahora se enfrenta una nueva amenaza que podría tirar todo el progreso por la borda.

El agujero en el cielo

Una traducción simple de todo lo que se ha conversado, es que, para el 2030 con un ritmo moderado de 884 lanzamientos por año, aproximadamente, se calcula una pérdida del 0,17% del ozono global. Es un escenario muy agresivo y esto sólo incrementará, si se aumenta los lanzamientos a unos 2000 anuales la pérdida alcanzaría el 0,30% aproximadamente y hasta un 4% de la Antártida.

Esto ocurre porque la mayoría de los cohetes actuales usan propulsores sólidos ricos en compuestos de cloro, un elemento altamente contaminante, y este al llegar a la estratosfera actúa como un catalizador mortal destruyendo las moléculas de ozono una tras otra, agrandando aquel agujero de la capa de ozono que todos conocen.

Si bien los cohetes se lanzan principalmente en el hemisferio norte, los principales contaminantes circulan alrededor del mundo. Un ejemplo sería que: un lanzamiento en la Florida, USA, puede terminar causando daño en la capa de ozono sobre la Antártida y esto no es menor, el agujero más grande está precisamente ahí.

Una recuperación estancada

En los años 80, la crisis de la capa de ozono se convirtió en una preocupación mundial, pocos entendían lo que ocurría pero los países se unieron para crear el “Protocolo de Montreal”, en 1987, donde se prohibieron los CFCs (compuestos clorofluorocarbonados) en las industrias, logrando reducir las emisiones en un 99% y recuperar la capas de ozono.

Pero, ahora, el problema no son los aerosoles, si se continúa con esta gran cantidad de lanzamientos, de forma desmedida y desregularizada, la recuperación del ozono no solo podría retrasarse…sino agravarse. Estamos hablando de retroceder 30 años de cooperación internacional por no controlar la industria aeroespacial.

Aunque no todo está perdido, así cómo se ha dicho adiós a los motores tradicionales, los científicos ya han dado ideas: hay que cambiar el tipo de combustible, monitorear los lanzamientos y sus efectos en el medio ambiente. La tecnología está pero, nadie la está exigiendo. Mientras tanto cada semana despegan cientos de cohetes.

¿Espacio o planeta?

El problema no es menor, queremos ser una especie interplanetaria, salir de la galaxia y conocer más del universo, pero estamos destruyendo el único planeta en donde se puede vivir. Colonizar Marte es cosa de ciencia ficción, de momento un objetivo utópico, pero ¿De qué sirve escapar a otro mundo si este queda inhabitable?

El Protocolo de Montreal es el primer escalón de la transformación, donde se demostró que se puede actuar, tomar decisiones y cambiar el rumbo de la exploración. Pero es para toda la humanidad el riesgo: cáncer de piel, cambio climático, aumento de la radiación UV, ahora el daño es invisible, lo que hace más fácil ignorarlo, pero existe.

La humanidad se encuentra en una encrucijada, seguir avanzando en esta carrera, lanzando cohetes pero con un daño irreversible o regular la industria ahora que queda tiempo. No podemos negar que la tecnología limpia existe, pero falta saltar desde el laboratorio a la práctica, pues como ya habíamos visto, para obtener energía ilimitada había que pensar diferente. Conquistar el espacio no debería ser sacrificar el cielo azulado que nos protege acá en la Tierra.

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