Aunque parezcan inocentes y divertidas las distracciones que actualmente están adoptando las personas alrededor del mundo estas podrían estar acelerando el final del planeta. Aquí revisaremos y evaluaremos esos hábitos que con su frecuencia están provocando un grave e irreparable daño.
¿El mundo está marchando a su fin de manera acelerada? ¿Hay alguna manera de aplicar retroceso?
Detrás de muchas actividades humanas están implícitos algunos aspectos que las personas desconocen por el simple hecho de que la mayoría se enfoca en el producto final y no en los detalles que involucran su proceso de producción, pudiendo este conocimiento cambiar la percepción que tienen sobre las mismas.
Por ejemplo, muchas personas disfrutan en los centros comerciales del aire acondicionado y de subir o bajar en las escaleras eléctricas sin reparar en el hecho de que detrás de estas comodidades hay un consumo energético implícito que suele ser elevado y que estaría impactando en el ambiente si se emplean combustibles fósiles.
A este gasto oculto de energía ahora se ha sumado el empleo creciente de una herramienta tecnológica cuyo impacto está siendo advertido por ambientalistas, pues crece el debate sobre la sostenibilidad ambiental de la inteligencia artificial (IA), especialmente luego que se incrementara el empleo de esta tecnología en diversos ámbitos.
Ejemplo de lo anterior ha sido el surgimiento de una nueva herramienta de OpenAI, una compañía líder en la creación de este tipo de recursos. Desde que fue lanzado este novedoso generador de imágenes hace unas pocas semanas la gente empezó a realizar todo tipo de creaciones y el gasto de energía se multiplicó.
Es divertido pero ¿Gastar tanta energía en menoscabo del planeta vale la pena?
Ambientalistas preocupados recientemente plantearon una importante interrogante: ¿Esta pasión por la creación de fotografías asistida por inteligencia artificial cuánta agua del planeta consume? La pregunta se basa en el hecho de el uso de IA para generar imágenes, videos o textos tiene un coste que pocas veces es considerado.
Los usuarios cuando utilizan la IA sencillamente no ven la cantidad de energía requerida por este recurso, desconociendo que la creación de una simple imagen provoca un gasto considerable de agua, aproximadamente entre 5-10 litros que representan el consumo de una familia por día.
El consumo energético por parte de esta herramienta corresponde a la refrigeración de los centros de datos donde los chips debido a su máximo rendimiento elevan su temperatura. Este problema de gasto de energía se acrecienta con el surgimiento de nuevos modelos con un mayor consumo.
Es una tecnología muy costosa: Hasta un simple gracias o por favor cuesta millones
Un ejemplo de lo anterior es el caso de GPT-3 cuyo gasto equivale al consumo de 126 hogares en Dinamarca cada año, aunque hay el aliciente que una vez «entrenada» la IA reduce sus necesidades de rendimiento y por ende el gasto energético. En todo caso la generación de una imagen con IA provoca el gasto de energía equivalente al 100% de carga de un móvil.
Quienes defienden la IA y justifican su gasto de energía argumentan que la tecnología en general tiene un coste ambiental alto, pues aun cuando una respuesta generada por una de estas herramientas consume tanta energía como una consulta de Google multiplicada por 10, ver durante horas películas en el ordenador o videos en Instagram puede resultar más costoso.
De hecho, los defensores de la IA proporcionan como dato revelador que el streaming contempla el 82% del tráfico de internet y comprende el 6% de las emisiones globales, comparable esto con lo que gasta el sector de la aviación, aparte de estas otras comparaciones:
- Un reel de 15 segundos en redes sociales consume el equivalente a la subida de 8 fotos
- Los aires acondicionados en el mundo en 2022 consumieron 7% del consumo eléctrico total, muy por encima de los centros de datos.
En conclusión, realmente podríamos estar acelerando el fin del mundo sin saberlo, desconociendo que mientras más nos distraemos con una herramienta tecnológica mayor podría ser el daño ambiental causado al planeta, siendo necesario concienciar acerca de los requerimientos energéticos detrás del entretenimiento digital.