A través de un estudio realizado recientemente sobre el accidente de Chernóbil se ha dado con la clave de uno de sus mayores misterios pudiendo por fin explicar el origen de una criatura que con el tiempo ha tendido a ser más cada vez más peligrosa y que de no cambiar sus hábitos podría llegar a ser de máximo riesgo.
A este animal salvaje le ha quedado un terrible recuerdo del accidente nuclear de Chernóbil
Los bosques de Europa Central experimentaron un cambio profundo y definitivo a raíz del desastre que se produjo en 1986 en la central nuclear de Chernóbil, al punto que crecieron nuevas especies vegetales y animales completamente distintas a las originales, siendo ejemplo de ellos los nuevos pinos de color rojizo.
Se han podido obtener impactantes imágenes de árboles que han crecido de manera insólita dentro de edificaciones causado inmensa sorpresa este crecimiento; al igual que se ha tenido conocimiento acerca de las variaciones que ha experimentado la fauna, pero representaba un misterio lo que había sucedido con ciertos animales.
En las poblaciones de animales se produjeron importantes cambios tanto en el número de ejemplares como en las características físicas de estas especies, siendo el caso de mamíferos comunes como linces, bisontes y lobos, aunque más llama la atención las consecuencias del accidente en animales como el jabalí.
La carne de este cerdo del bosque contiene mucho más radiación de la que cualquier otra especie en este ecosistema
Luego de cuatro décadas transcurridas desde el accidente nuclear en Prypiat se tienen varias especies sobrevivientes de la contaminación nuclear, pero los efectos de la radiactividad sobre los jabalíes ha sido lo más sorprendente y posiblemente esté relacionado con este proceso que ha sido la clave del éxito de los mamíferos.
Estudios realizados han proporcionado nuevas pistas sobre el hecho de que la radiación en esta especie está más vinculada con eventos posteriores más que con el desastre nuclear en sí, y la clave se encuentra en el cesio 137, un elemento que tiene un tiempo de desintegración de 30 años aproximadamente.
Aparte de este período de 30 años en el que la mitad de los átomos se desintegran está la filtración de este elemento en el suelo o su arrastre por las fuentes hídricas, lo que ha llevado a estimar una reducción mayor de la concentración de cesio en la cadena trófica.
Pero en el jabalí se presenta una situación extraña en la que los niveles de radiactividad no han descendido tal como sí ha sucedido en animales como los ciervos o corzos, por lo que esta radiación se ha mantenido constante y no se corresponde con la semidesintegración del Cs 137.
Los hábitos de este animal que se han mantenido en el tiempo incrementan su peligrosidad
Se encontró que la radioactividad en el jabalí no depende del cesio 137 sino del isótopo 135, por cuanto este último tiene un período de semidesintegración mucho más prolongado, lo que se traduce a reducción en menor cuantía, lo cual dificulta además la detección de su presencia.
Igualmente la radiactividad en este animal está relacionada con su dieta, por cuanto los jabalíes salvajes se alimentan frecuentemente de trufas que crecen a una profundidad de unos 20-40 centímetros del subsuelo, un nivel donde una fracción del cesio radiactivo se ha ido filtrando con el transcurrir de los años.
El estudio realizado sobre una población de 48 jabalís en Baviera, estado al sur de Alemania, demuestran que la situación no cambiará en el corto plazo porque al seguir comiendo trufas que tienden a contener más cesio 135 los niveles de radiactividad aumentarán en lugar de descender.
En conclusión, en un mundo donde existe preocupación sobre este colapso de la energía nuclear es importante que haya sido resuelto uno de los mayores misterios de Chernóbil al dar con el origen del aumento de la radiactividad en el jabalí con el transcurrir de los años.