Cuando pensamos en la transformación del planeta, solemos pensar en grandes fenómenos climáticos, como el deshielo de los polos, la subida del nivel del mar o la deforestación masiva de las selvas, sin embargo, a veces, los cambios más sutiles son los que hacen la mayor diferencia y eso es lo que está sucediendo ahora. Quédate para conocer los detalles.
Un cambio en nuestro planeta
En los últimos años, hemos causado un cambio tan grande en la superficie de la Tierra que se puede ver claramente incluso desde muy lejos. Los astronautas que viajan alrededor de nuestro planeta son los mejores testigos de cómo esta transformación ha ido ocurriendo.
Ellos pueden asegurar que nuestro mundo, visto de noche, se ve muy distinto de cómo era antes y que esto pasó muy rápido. Lo que antes parecía un mapa oscuro con puntos de luz de color suave y amarillo, ahora brilla con una luz mucho más fuerte y de un color totalmente nuevo.
Es un cambio que se hizo para poder ahorrar mucha energía y ser más eficientes, y se expandió por todos los países a una velocidad impresionante. Una estrategia mundial para modernizar cómo se iluminan las calles.
Pero este cambio más que solo un cambio de imagen, pues trae consecuencias directas que afectan cuánto dinero ahorran las ciudades, si las personas duermen bien, y cómo viven los animales que salen de noche.
Las luces que cambiaron el planeta
Se trata del reemplazo total de las luces.Las antiguas farolas de vapor de sodio, que daban ese tono amarillo anaranjado tan conocido, han sido cambiadas por la luz intensa, blanca y un poco azul de la tecnología LED. El cambio es tan grande como estos globos que cosechan energía.
Esta revolución fue posible gracias a un invento que le valió el Premio Nobel de Física en 2014: el LED azul de alta eficiencia. Al combinar este diodo con un recubrimiento especial, fue posible generar una luz blanca brillante, barata y que consume muy poca energía, superando los 300 lúmenes por vatio.
Ciudades icónicas de todo el mundo, como Milán o Los Ángeles, aparecen en las fotos de los astronautas como el caso perfecto de este cambio de amarillo a blanco-azulado. Desde Nueva York hasta Buenos Aires y, especialmente, la India con más de 13 millones de farolas ya instaladas.
El lado oscuro de la iluminación
Pero como toda revolución, la del LED tiene un lado oscuro. Dado que la luz se ha vuelto mucho más barata, las ciudades no solo reemplazan las farolas, sino que también aumentan su número o su intensidad.
El resultado es que nuestro planeta se está volviendo mucho más brillante, haciendo más difícil escapar de la contaminación lumínica y los satélites que miden esta contaminación son parcialmente «ciegos» a la luz azul del LED.
Esto significa que el aumento real de la luz en el ambiente, es mucho mayor de lo que indican las cifras oficiales. Y por si fuera poco, la luz azul es la que más interfiere con el reloj biológico humano, afectando la calidad del sueño y desorientando a la fauna nocturna.
¿Cuál es la verdadera solución?
La solución no es volver atrás, pues la eficiencia del LED es indiscutible y el ahorro energético es enorme. La clave está en su aplicación inteligente. La próxima fase de esta transición no será cambiar bombillas, sino instalar farolas inteligentes o ‘conectadas’.
Se estima que una de cada cuatro farolas será inteligente para el año 2030. Estas luces pueden bajar o subir su intensidad solas, según la hora o la cantidad de tráfico, para usar solo la luz necesaria, en el momento y lugar exactos, lo que ayudará a reducir la contaminación lumínica.
Sin duda, la transformación de las luces de la Tierra es un ejemplo perfecto de cómo una innovación tecnológica puede provocar un cambio enorme en nuestro planeta, tal como lo hacen los paneles con rayos láser, sin embargo, en todo cambio, siempre hay que medir las consecuencias. El ahorro energético es un beneficio enorme, pero la contaminación lumínica y sus efectos en la salud y la fauna no se pueden pasar por alto.