La sociedad está haciendo grandes esfuerzos para cuidar del planeta —unos más que otros, todo sea dicho—. Una cuestión tan sencilla como reciclar se ha convertido en un hábito, pero ¿y si te decimos que hemos hecho algo que no ha servido de nada? Descubre cómo la humanidad se ha llevado la mayor decepción de su historia y tampoco te pierdas el alimento que la Unión Europea quiere quitar de tu dieta.
Un acto tan sencillo como reciclar, en nuestras vidas desde hace décadas
El reciclaje como concepto empezó a ganar importancia en la década de los 70, cuando la crisis del petróleo hizo que muchos países se dieran cuenta de la necesidad de depender menos de los recursos finitos y empezar a reutilizar los materiales que ya se habían extraído.
En esos años surgieron las primeras campañas masivas para fomentar el reciclaje entre la población general. Los gobiernos y las empresas invirtieron en infraestructura para facilitar la recolección y el procesamiento de materiales reciclables, como el vidrio.
Se creó una imagen muy positiva en torno al reciclaje, presentándolo como una solución viable y efectiva para reducir la contaminación ambiental. ¿Nunca has escuchado la típica afirmación de «eso se lo llevan luego todo junto»? Mitos como este se llevan desmontando desde hace años.
Una larga lista de promesas y expectativas: el recorrido que ha tenido reciclar
Desde la década de los 80, cuando el reciclaje se popularizó en varios países, se nos vendió la idea de que separar nuestros residuos en diferentes contenedores era la solución para acabar con los problemas de contaminación y el daño al medio ambiente.
Las campañas de concienciación nos convencieron de que si reciclábamos todo lo que estaba a nuestro alcance, podríamos salvar el planeta. Nos llenaron de optimismo al decirnos que nuestros envases de plástico, latas, botellas, periódicos y demás desechos tendrían una segunda vida si pasaban por el proceso de reciclaje.
Parecía algo tan sencillo e impactante al mismo tiempo. Bastaba con poner cada cosa en su lugar, y como por arte de magia, nuestros residuos se convertirían en nuevos productos, evitando así la contaminación. Esta idea de que el reciclaje iba a cambiar el mundo se expandió rápidamente.
La realidad de reciclar hoy en día: por qué no está funcionando
A pesar de décadas de esfuerzos por fomentar el reciclaje, las cifras muestran una realidad decepcionante. Según un informe de la Universidad de Virginia, la tasa de reciclaje en Occidente es de apenas 32 %. La gran mayoría de los materiales al reciclar acaban en vertederos, siendo incinerados o exportados.
Solo se recicla el 30 % del plástico, con cifras aún menores para ciertos tipos como los plásticos del nº. 3 al nº. 7. Incluso materiales como papel y cartón, con tasas de reciclaje de 60 %, aún están lejos de alcanzar su potencial. Vidrio y metales tienen algo más éxito, con porcentajes de reciclar de 34 % y 55 % respectivamente.
Pero en general, la brecha entre lo que podríamos y deberíamos reciclar sigue siendo enorme. La verdad es que el reciclaje ha resultado ser mucho más complicado de lo que se pensaba originalmente. Existen varios desafíos y problemas sistémicos que han impedido que el reciclaje tenga el impacto positivo que se esperaba.
Uno de los principales problemas es que muchos materiales simplemente no son reciclables de una manera económicamente viable. Plásticos como bolsas, envoltorios y contenedores de alimentos son muy difíciles y costosos de reciclar (por no hablar de la ropa del contenedor azul que acaba en África).
Como puedes ver, reciclar ha vuelto a convertirse en una cuestión polémica, ahora por una noticia bien diferente. De cualquier modo, queremos aclarar algo, y es que jamás desaconsejaremos hacerlo; todo lo contrario: es indispensable para mejorar la gestión de residuos y darles una segunda vida a los recursos de la Tierra (todo sea por que no suceda este caos del que ya advierten los expertos).