El lobo está en estado “desfavorable” en España y, por tanto, «no puede haber controles letales de la especie», según fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Se remiten al criterio de una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE) de 2024, que señala que si una especie está en estado desfavorable en una parte del territorio, lo está en la totalidad del territorio.
Transición Ecológica cifra en 1.600-1.700 ejemplares en toda España –menos que el número de linces– e indica que se ha producido un “leve” incremento de las manadas, del 12%, con respecto al censo anterior. En este sentido, hace referencia a la polémica en torno al informe sexenal de 2021 (el año en el que el lobo entró en el LESPRE, el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial) y hace hincapié en que el Ministerio da por bueno tanto los datos de ese año como los de este último censo.
O sea que no se deberían cazar lobos, que es lo que están haciendo con impunidad al norte del Duero. Y mucho menos, con la peregrina excusa de que es por salvar al ganado, un bulo que un reputado biólogo desmonta basándose en datos reales y en la ciencia.
Los lobos no son el problema del ganado, sino los ganaderos
Un estudio elaborado en Asturias sobre la afección del lobo en la ganadería mostró que, paradójicamente, «cuantos más lobos se matan en una zona, más daños hay al año siguiente«, ha explicado el biólogo y profesor de Zoología de la Universidad de León, Andrés Ordiz.
El lobo ibérico vio reducida su población y distribución territorial en un 87 % entre 1950 y 1970 y la merma de ejemplares relajó la protección del ganado, lo que, con la recuperación del depredador, aumentó el número de ataques en los decenios siguientes.
Sin embargo, según Ordiz, la solución no pasa por cazar cuantos más lobos mejor, debido a dos factores: la desestructuración de las manadas -al quedar individuos aislados, tienden a atacar al ganado vulnerable más a menudo, debido a que son presas más fáciles- y el hecho de que eliminar animales sin identificar a los causantes deja el territorio disponible para otros que llegarían después y podrían provocar más daños.
“Matar lobos indiscriminadamente no solo no soluciona el problema, sino que incluso lo agrava”, asegura este experto en grandes carnívoros, cuando la proporción de ataques es “ridícula” y «mucho menor» que la percepción del conflicto entre el lobo y la vida rural.
El estudio determinó que, de las 300.000 vacas destinadas a la producción de carne de manera extensiva en el Principado, unas 80.000 compartían zonas de pasto con áreas loberas, pero, en las zonas de mayor incidencia, tan solo el 0,04 % sufrieron ataques.
Prácticas de manejo y convivencia con el lobo
La solución, según Andrés Ordiz y otros investigadores tiene más que ver con las precauciones que deben aplicar los ganaderos con sus reses, como sucede en la localidad de Merindad de Valdivielso (Burgos), donde la familia Valle, productora de cordero lechal churro, recuperó prácticas de manejo para convivir con el cánido tras el regreso de la especie. El empleo de mastines, la constante vigilancia del rebaño y el encierro nocturno en majadas han conseguido que la rentabilidad de su ganadería aumente un 60 %, según Leandro Valle, uno de los miembros de la familia.
Valle justifica esta mejora en la mayor profesionalización del trabajo frente al «relato de falsedades y bulos pagados con dinero público» de los que califica como «ganaeuros» en lugar de ganaderos que, denuncia, «sueltan a sus ovejas en el monte sin presencia del pastor y en muchos casos sin mastines y además se lucran de las subvenciones».
La presencia del lobo, añade, hace que el monte se encuentre en mejores condiciones para el pasto, ya que controlan las poblaciones de corzos y jabalíes de manera natural, lo que evita enfermedades también en las ovejas.
El lobo DEBE estar protegido
El lobo entró en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (LESPRE) en 2021 gracias al impulso de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL), lo que le permitió gozar de la máxima protección legal con la prohibición de su caza en toda España, pero una enmienda parlamentaria introducida en la Ley del Desperdicio Alimentario en abril de 2025 permitió volver a cazarlo al norte del Duero.
Ignacio Martínez, presidente de ASCEL, defiende que el lobo «es un bien común frente a la propiedad privada del ganado» y que la gestión ganadera «no debe ir en detrimento de un bien jerárquicamente superior», pero la opinión de Luis Fernando Villanueva, director de la Fundación Artemisan, es diferente.
Según Villanueva, «si el crecimiento (de las manadas) sigue a este ritmo, llevará a la desaparición de prácticamente toda la ganadería extensiva y las poblaciones de especies cinegéticas«, ha pronosticado, para concluir que «estamos ante una especie importante que debe protegerse en España sí o sí, pero sin ponerlo por encima de la conservación de nuestro medio rural y la ganadería extensiva”. EFE / ECOticias.com