‘Pacto de Estado contra el Cambio Climático‘: las lluvias torrenciales que descargan en este momento sobre Tarragona, Castelló y València y se desplazan hasta Balears son otro aviso de la grave situación de cambio climático que vivimos.
Tras un verano con fenómenos extremos, las lluvias torrenciales que azotan hoy al Mediterráneo son la consecuencia de un modelo socioeconómico dependiente del carbón, petróleo y gas, piden medidas urgentes y ambiciosas para abordar la emergencia climática.
En un comunicado, Greenpeace ha reclamado al Gobierno y a la Unión Europea (UE) un ‘Pacto de Estado contra el Cambio Climático’ que incluya, entre otros puntos, el fin de las subvenciones públicas a las petroleras y gasistas, nuevos impuestos a la industria fósil y un plan de cierre ordenado de todas las centrales fósiles antes de 2035.
También han pedido una transición energética cien por cien renovable y justa y soluciones basadas en la naturaleza como medidas urgentes de adaptación, además de prevención frente a incendios y a las lluvias torrenciales.
¿Qué más tiene que pasar?
Los peores impactos del cambio climático son ya habituales en España, ¿qué más tiene que pasar? . Este verano, el país ha vuelto a ser golpeado por eventos extremos cuya intensidad y frecuencia se está agravando por el cambio climático: 33 días de olas de calor con unas 2.800 muertes evitables, más de 400.000 hectáreas arrasadas y 9 personas fallecidas por incendios forestales y ahora las primeras lluvias torrenciales del otoño, que se cobraron dos vidas en Catalunya la semana pasada.
Algunos municipios que se vieron afectados por las llamas en verano, como Pauls (Tarragona), ahora se enfrentan al riesgo de lluvias extremas, lo que puede agravar los impactos postincendio (contaminación de aguas por cenizas, procesos erosivos, deslizamientos y derrumbes).
Greenpeace recuerda que la concatenación de fenómenos extremos no es casualidad: es la consecuencia directa de un modelo socioeconómico basado en carbón, petróleo y gas que sigue alimentando la emergencia climática.
Mientras la ciudadanía sufre los impactos, las grandes empresas de combustibles fósiles planean extraer más y seguir enriqueciéndose sin que los daños materiales y humanos parezcan afectarles.
«No hay duda: estamos viendo impactos cada vez más frecuentes y destructivos.La adaptación es ya inaplazable, pero sin reducir drásticamente las emisiones será imposible protegernos”, ha declarado Pedro Zorrilla, responsable de cambio climático en Greenpeace.
Una urgencia social que necesita del acuerdo político
El ‘Pacto de Estado contra el Cambio Climático‘ es una urgencia social que necesita del acuerdo político porque tiene que ver con la vida de las personas e implica a las generaciones futuras. Un acuerdo que se apoye en la ciencia y en la participación ciudadana para conseguir un compromiso real con objetivos mucho más ambiciosos que aborden tanto la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como la adaptación.
Medidas que salven vidas, que impongan una mayor presión fiscal sobre la industria de los combustibles fósiles y que tengan en cuenta la biodiversidad y los mares y océanos.
Greenpeace reclama al Gobierno y a la Unión Europea ‘5’ medidas:
- Plan de abandono de los combustibles fósiles: Fin de las subvenciones públicas a las petroleras y gasistas, nuevos impuestos a la industria fósil y un plan de cierre ordenado de todas las centrales fósiles antes de 2035.
- 100 % renovables y justas: Aceleración de la transición hacia un sistema energético 100 % renovable y garantizar que la transición sea inclusiva y no deje a nadie atrás.
- Soluciones basadas en la naturaleza como medida urgente de adaptación: transformar las ciudades para reducir el impacto del calor extremo y las inundaciones, proteger el litoral con sistemas dunares y humedales.
- Prevención frente a incendios y lluvias torrenciales: prevención deincendios forestales a través de la adecuada gestión de las masas forestales e inversión en resiliencia natural para frenar el avance del fuego y mitigar riadas. Las medidas post incendios son vitales para que las lluvias torrenciales no agraven la situación.
- Comenzar la transición agroecológica con una visión integral del sistema alimentario que reduzca progresivamente la ganadería industrial.
La ciencia lo dice claramente: cada décima de grado cuenta. No basta con adaptarse; es imprescindible cortar de raíz la dependencia de los combustibles fósiles y proteger la naturaleza.
“La crisis climática no es inevitable. Sabemos qué hacer: reducir emisiones, proteger los ecosistemas y poner la vida por delante del beneficio de las petroleras. Las medidas necesarias, aplicadas con justicia social, benefician claramente al conjunto de la ciudadanía. El Gobierno debe elegir de qué lado está”, concluye Greenpeace. ECOticias.com