La Agencia Internacional de la Energía advierte que el petróleo va a seguir siendo barato durante 2017 dado el “exceso” de crudo que los países productores ponen a nuestra disposición. A partir de este anuncio, podemos teorizar sobre las consecuencias para todos los actores involucrados y lo vamos a hacer porque se están rompiendo tendencias que hasta ahora parecían dogmas.
Si hasta ahora los escenarios de precios altos de los combustibles fósiles daban aliento al desarrollo de las energías renovables a pesar de que los primeros no internalizan todos sus costes y las energías limpias sí, cabe preguntarnos si con precios bajos ese desarrollo se va a ver afectado. Pues bien, 2016 un año de petróleo “barato”, lo ha sido después de que en 2015 alcanzásemos un récord de inversión en renovables, superando a la realizada en otras tecnologías de generación. En este sentido hay que destacar que China y Estados Unidos han acaparado gran parte de la potencia instalada y de los 286.000 millones de dólares invertidos a nivel mundial y que la tecnología solar fue la que más creció con un 56% de la potencia instalada.
Si además prevemos el efecto de los Acuerdos de París y su reciente ratificación en Marraquech, el progreso de las renovables es imparable, al igual que el descenso en el precio del petróleo o el de las inversiones en combustibles contaminantes.
Es necesario apuntar que el desarrollo del fracking en EEUU ha supuesto un freno, no para el desarrollo de las energías limpias, sino para el dominio de los países productores de petróleo de la economía mundial. Veremos quién de los dos gana la batalla porque unos necesitan precios del petróleo altos para ser rentables y los otros han respondido con un incremento de la oferta y su consiguiente caída de precios.
Lo que en cualquier caso está claro es que ahora tenemos la oportunidad de dejar de subsidiar a los combustibles fósiles que reciben, a nivel mundial, cinco veces más ayudas que las energías renovables.
La independencia energética es claramente el objetivo, pero las principales economías mundiales han introducido la variable medioambiental y los inversores, también. Por tanto, ese objetivo no se persigue a cualquier precio porque externalizar costes, o lo que es lo mismo, mirar para otro lado, traerá consecuencias desastrosas. Se acabó el barrer la suciedad para esconderla debajo de la alfombra. Por fin hemos entendido que mejor que limpiar es no ensuciar.
No todos estamos dispuestos a asumir nuestra responsabilidad sobre el cambio climático y el nuevo presidente Trump -si no nombramos a Trump no estamos en la onda- no facilitará las cosas. Aquí la pregunta es si los demás países se quedarán de brazos cruzados ante la futurible inacción norteamericana. Debemos ser firmes y mantenernos en el principio de que quien contamina paga.
La situación en nuestro país
Mientras, en España, con el tercer gas doméstico más caro de la Unión Europea, según Eurostat, y con una dependencia energética muy superior a la media de nuestros vecinos, aguardamos una legislatura con políticos que se suben al carro pro nuclear cuarenta años tarde y que pretenden una infraestructura gasística para convertirnos en Hub europeo de una materia prima que no tenemos con tal de despreciar nuestros recursos más naturales y limpios como el sol, el viento y el resto de recursos renovables.
Por cierto, a la pregunta ¿qué hacemos cuando no tengamos sol ni viento? cabe responder que cuanto mayor demanda cubramos con energía cuyo combustible es inagotable y gratuito, menos pagaremos por nuestra electricidad.
Los objetivos de 2020 están a la vuelta de la esquina y a nuestro Gobierno sólo se le ha ocurrido anunciar subastas en las que basta un aval para convertir a las renovables en un mero producto financiero. Veremos a ver si llegamos.
Estamos a pocos años y hay que apostar sin ambages por la generación de energía renovable que, recordemos, internaliza todos sus costes con ventajas económicas y medioambientales incontestables. Además la incursión del vehículo eléctrico en el transporte privado combina a la perfección con los objetivos a 2020 que deberían ser, sin duda alguna, más ambiciosos.
Las discusiones sobre el “pick oil” empiezan a desfasarse porque parte de las reservas de petróleo no verán nunca la luz e incuso ahora pienso que la razón de la transición de los combustibles fósiles a las renovables no será, como he dicho otras veces, porque solo los ricos podrán pagar el oro negro, sino porque nadie lo verá más como una alternativa barata pese a que esté a la baja.