El gran equipo de investigación del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California ha logrado un hito histórico al confirmar la primera reacción de energía de átomos en un entorno de laboratorio utilizando rayos láser. Este logro significativo se caracteriza por haber generado más energía de la que se necesitó inicialmente para iniciar la reacción, y precisamente sin recurrir a la innecesaria nuclear.
¿Cuáles son los problemas presentados en este proyecto con energía de átomos?
A pesar de su considerable rendimiento energético que resulta sumamente prometedor, la fusión de átomos enfrenta desafíos significativos. Lograr la unión de núcleos de átomos sueltos en un proceso de fusión sin recurrir a la energía nuclear demanda enormes cantidades de energía, tanto en forma de electricidad como de calor, lo que es una de las grandes desventajas presentadas.
La complejidad técnica y los costos asociados con la construcción y operación de estas grandes instalaciones de fusión han sido históricamente desafiantes por diversos motivos, lo que ha llevado a que, hasta el momento, los beneficios que se obtendrían del proceso no compensaran los recursos invertidos en el desarrollo de energía de átomos.
Aunque es cierto que, al considerar la electricidad requerida para operar el laboratorio y los láseres, el consumo es significativamente mayor que la energía obtenida, con una pérdida total del 99% (más de 300 megajulios en comparación con poco más de 3 obtenidos en cada disparo), el enfoque del experimento no radicaba en la eficiencia energética.
La meta principal era medir el éxito del proceso físico de fusión en un entorno de laboratorio, y en ese aspecto, el experimento ha alcanzado un logro significativo. Estos resultados sientan las bases para futuras investigaciones y desarrollos destinados a abordar los desafíos energéticos asociados con esta fuente.
Se promete una energía «casi» infinita: ¿Es realmente un hecho?
La fusión no nuclear es un proceso que libera energía al unir núcleos ligeros para formar uno más pesado. Aunque no genera energía de la nada, su potencial es enorme: podría satisfacer las necesidades energéticas de una familia durante 80 años con solo el hidrógeno de un vaso de agua.
Por más prometedor que suene esto, actualmente el proyecto se encuentra en una etapa inicial y enfrenta desafíos sumamente significativos, como costos elevados, la necesidad de infraestructuras especiales y la conversión de litio en tritio. Aunque los residuos producidos son de un nivel relativamente bajo, esto aún genera preocupaciones entre grupos ecologistas.
Este es el índice de contaminación que podría emitir el proyecto
En el contexto de la fusión no nuclear, específicamente en la variante de fisión utilizada en las centrales, es destacable que este proceso no genere emisiones de dióxido de carbono (CO2) ni metano (CH4) durante la producción de calor y electricidad. Esta característica es fundamental para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con las fuentes de energía basadas en combustibles fósiles.
En la fascinante aventura de la fusión, es crucial comprender que el único subproducto de la reacción es el helio (He), un gas completamente inocuo al ser liberado en la atmósfera. Sin embargo, durante el proceso de fusión se generan neutrones que, al chocar con las paredes del reactor, tienen el potencial de convertir los materiales en los que impactan en radiactivos.
En resumen, si bien la fusión de la energía de átomos puede generar residuos radiactivos, estos son menos persistentes y menos calientes que los producidos por las centrales de fisión convencionales. Además, la radiactividad asociada con el tritio se encuentra a una distancia considerable de los niveles encontrados en los materiales utilizados en la fisión tradicional. Esto mismo vuelve a esta alternativa una mucho más viable de lo esperado.




















