Los incendios forestales representan una de las amenazas más graves para los ecosistemas, la biodiversidad y las comunidades humanas. En las últimas semanas en España se han registrado miles de hectáreas arrasadas por estas llamas, dejando un impacto devastador en áreas naturales y rurales. Para prevenir estos desastres, es fundamental comprender las principales causas y adoptar medidas efectivas centradas sobre todo en labores de prevención y gestión forestal, así como incidir en el desarrollo rural.
Llamas que este mes de agosto han asolado buena parte del país y que, sobre todo, se han ocasionado por la intervención humana. Los cambios climáticos también juegan un papel importante, ya que las altas temperaturas, la sequía y los vientos fuertes crean condiciones propicias para que los incendios se propaguen rápidamente.
Un triste verano sin precedentes en incendios
El verano de este año pasará como uno de los más devastadores de la historia forestal española, con más de 400 000 hectáreas calcinadas hasta el momento y siete víctimas mortales en lo que llevamos de 2025. Detrás de esta tragedia ambiental y social hay un grave problema estructural en nuestro país.
De hecho, cuando se analizanlas causas que hay tras el fuego, vemos que hasta el 95 % de los incendios tienen un origen humano, de los cuales el 53 % son intencionados. Un dato que demuestra la necesidad urgente de reforzar la prevención social con medidas efectivas y acabar con la impunidad de los responsables.
España ha sufrido este verano una oleada de incendios muy agresivos, simultáneos, extremadamente rápidos y con un comportamiento explosivo sin precedentes en los últimos años. Ecologistas llevan 20 años analizando en detalle las causas de los incendios para hacer frente a la desinformación. Pueden concluir que el uso del fuego como herramienta de gestión en el medio rural explica buena parte de la elevada siniestralidad. A esto se suma la falta de gestión forestal, el abandono rural y la crisis climática que convierten estos incendios en graves catástrofes difíciles de controlar.
La mano del hombre detrás de la mayoría de los incendios forestales
Las motivaciones más frecuentes de los incendios intencionados son las quemas agrícolas ilegales (38 %) y la regeneración de pastos (30 %). Sin embargo, además de estas razones, también persisten conflictos sociales y económicos en el ámbito rural que se traducen en incendios provocados. De ahí la importancia de invertir en prevención social para mitigar estos conflictos.
La investigación de la ola de incendios sufrida en Ourense, que obligó a desalojar varias aldeas, también apunta a causas intencionadas. Por otro lado, las negligencias y los accidentes, como las quemas agrícolas mal gestionadas o las chispas producidas por la maquinaria, representan casi un tercio de los siniestros (28 %).
Entre los casos más recientes, el incendio ocurrido este verano en Méntrida (Toledo) comenzó por una imprudencia humana en una cuneta y acabó quemando más de 3000 hectáreas. Asimismo, aunque los incendios de origen natural apenas suponen un 5 % del total, se ha observado un incremento en los últimos años, ligado al cambio climático. Esto se debe a que están aumentando la frecuencia de tormentas secas y rayos, lo que ejemplifica el impacto que tiene la crisis climática como agravante de los incendios forestales.
De hecho, muchos de los incendios más devastadores de la última década se deben a este fenómeno; por ejemplo, el incendio de la sierra de la Culebra, en Zamora, en 2022, que calcinó casi 66 000 hectáreas.
Igualmente, este verano, el incendio de Teresa de Cofrentes, Valencia, tuvo el mismo origen, tras caer más de 390 rayos en la comunidad ese día y quemar más de 500 hectáreas.
¿Qué soluciones serían necesarias para frenar los incendios forestales?
La única forma de evitar que los grandes incendios sigan devorando comarcas enteras cada verano es gestionar y adaptar el territorio para hacerlo menos inflamable y más resiliente. Hasta ahora, la prevención se entendía como la realización de tratamientos selvícolas puntuales y el mantenimiento de pistas, cortafuegos o puntos de agua. Sin embargo, la clave está en crear paisajes que reduzcan las emergencias. En lugar de combatir las llamas, hay que combatir el abandono rural. Si no adaptamos el territorio, los impactos humanos, ambientales y socioeconómicos de los incendios seguirán aumentando agravados por un contexto de crisis climática.
Por último, ahora que están debatiéndose las soluciones para abordar este problema, diversos ecologistas piden además al Gobierno y a las comunidades autónomas para reducir la alta siniestralidad que, entre otras medidas:
- Refuercen la investigación de causas y pongan en marcha programas de intervención social en zonas con alta recurrencia de incendios.
- Apliquen de forma ejemplar sanciones y condenas a quienes provocan incendios, para acabar con la impunidad.
- Pongan en marcha programas de sensibilización y educación para la población urbana y rural.
Un total de 400000 hectáreas en nuestro país ahora tienen un color negro, gris y sin vida. Es consecuencia de los virulentos incendios que estos días se han cebado con nuestro territorio. Una imagen que se espera no se repita cada año, deseo que se tiene verano tras verano, si se adoptan las medidas necesarias: apostar por el desarrollo rural, hacer labores de prevención en invierno e invertir en gestión de nuestros bosques y campos. ECOticias.com
