Cada año decenas de miles de peregrinos salen desde varios puntos de España, e incluso de otros países, para “hacer camino”. Es decir, recorrer a pie, a caballo o en carreta los kilómetros que separan los caminos que parten de Cádiz, Sevilla y Huelva hasta la ermita de El Rocío.
La Ermita del Rocío o Santuario de Nuestra Señora del Rocío, está ubicada en la aldea de El Rocío, en el municipio de Almonte, Huelva, Andalucía, en una zona de marismas y junto al Parque Nacional de Doñana. Por eso es tan importante cuidar el entrono durante las fiestas rocieras.
En este santuario es en donde se encuentra la virgen homónima, también conocido como “la blanca paloma”. Es una tradición que lleva varios siglos realizándose, pero para algunos defensores de la naturaleza, esta romería deja huellas poco “cristianas” en la naturaleza.
El Rocío y el medio ambiente de Doñana
Organizaciones ecologistas son conscientes de que El Rocío y su romería es algo consustancial de la comarca de Doñana (Huelva), si bien han precisado que hay que evaluar esta actividad para continuar minimizando sus impactos a este espacio protegido por el que transitan muchas hermandades. Así lo han asegurado tanto el portavoz de Ecologistas en Acción en el Consejo de Participación de Doñana, Juan Romero, como el portavoz de la Oficina Técnica de WWF para Doñana, Juanjo Carmona.
Romero ha remarcado que «El Rocío se ha convertido en un fenómeno completamente masificado y que afecta directamente a todos los rincones del espacio protegido, así como a diferentes especies que forman parte de su biodiversidad».
En este punto, ha precisado que el paso de las comitivas destruye, en algunos casos, las puestas de determinadas aves, ya que la romería suele coincidir con el período de cría de muchas de ellas; además, entiende que hay que ir reduciendo progresivamente el número de vehículos pesados que cruzan el espacio y buscar medios más tradicionales para evitar ruidos. «Hay que apostar por una actividad más tradicional y más cultural, es decir, volver un poco a los orígenes de la de la romería», ha señalado Romero, para quien otra asignatura pendiente es la de los residuos.
«Es cierto que la mayoría de las hermandades colaboran, dan recomendaciones, el espacio protegido se reúne con ellas; hay hermandades que son ejemplarizantes y ese es el auténtico mensaje que hay que transmitir al objeto de que las que aún no lo son lo sean, ya que todavía es constatable una importante cantidad de botellas de plástico y de botellines repartidas por los caminos».
En este punto, se ha referido también a la necesidad de evitar dejar en el campo papeles y toallitas tras realizar necesidades que «finalmente quedan en barrancos o concentrados en los arroyos. Eso es un tema que da verdaderamente una imagen deplorable». A todo ello, se suma este año, especialmente, «el alto riesgo de incendios; hay que tener muchísimo cuidado. Un incendio forestal puede provocar una catástrofe«.
Por todo ello, ha considerado que la actividad rociera «tiene que ser evaluada detenidamente con la colaboración de todas las hermandades buscando el consenso y, sobre todo, hay que marcarse esa vuelta a una romería tradicional para que sea auténticamente respetuosa con los valores de conservación, los valores naturales de Doñana«.
Por su parte, Carmona ha afirmado que «el Rocío en sí, como los tránsitos rocieros, lo que sería la romería, no es un problema para Doñana, porque, de ser así, ya lo habría sido hace 200 y 300 años. En realidad, los tránsitos rocieros es que han cambiado respecto a los del pasado.
Como todo en Doñana, el cambio se ha producido sobre todo desde mediados del siglo pasado hasta ahora y en el caso del Rocío, de manera mucho más evidente, en lo que se refiere a la movilidad de las personas», ha señalado.
En su opinión, «no es un problema del Rocío, es un problema de cómo la sociedad en sí se mueve, se moviliza y se divierte e incluso lo repito todos los años; es decir, lo que origina problemas es la relación de la sociedad actual con su medio».
Esto se evidencia, según ha apuntado, en cuestiones como «los residuos, las molestias, o el espacio que se ocupa de una manera mucho más intensa durante más tiempo«. Por ello, ha defendido que lo que hay que hacer es «evaluar, analizar y afrontar esa actividad tal y como es actualmente para minimizar ese impacto. Lo que hay que conseguir es mantener el equilibrio que a día de hoy se ha roto, pero no por el Rocío, sino por la relación que tenemos los seres humanos hoy día con nuestro entorno», ha concluido. EFE / ECOticias.com