La primera observación en las islas de esta especie –que habita en África, el sureste europeo y Asia centro-occidental– fue en 1994, en una pequeña laguna artificial de aguas casi salobres, donde se halló una hembra. Al mes siguiente apareció una pareja con seis pollos y un año después la especie volvió a criar.
Las preferencias del tarro canelo, que desde su reproducción es conocido en Fuerteventura como «pato africano», son las zonas húmedas interiores, con aguas poco profundas, preferentemente salobres y también pequeños charcos y tramos de río.
No obstante, su fuerte dependencia de las charcas artificiales sumada a unos años de «dura sequía» y a la «carencia de unos mínimos planes de gestión» están poniendo en «grave peligro» a este ave, según indican los autores del estudio, el naturalista Juan José Ramos y el geógrafo César-Javier Palacios.
En este sentido, los investigadores critican que «no exista un programa de seguimiento anual de las poblaciones» que, a su juicio, «permitiría evaluar su estado de conservación a lo largo del tiempo».
También destacan otros problemas como el trasiego de ganado en el contorno de algunos humedales, la depredación de gatos cimarrones, perros y ratas, el robo y la caza de pollos, y el impacto de los tendidos eléctricos de alta tensión. Todo esto, según indican, provoca todos los años «la pérdida de numerosas polladas».
Por todo ello, reclaman que se lleven a cabo campañas de concienciación, estudios, censos periódicos, marcaje así como proyectos como la mejora del hábitat, la creación de charcas artificiales y la regulación del volumen de agua de los humedales.
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